El Ministro de Educación ha convocado a un nuevo concurso para seleccionar los maestros para cubrir las vacantes producidas en el Magisterio. Disponer de maestros capacitados para elevar la calidad de los docentes, es una prioridad para asegurar las mejoras en la educación dominicana. Por eso llama la atención, que en la primera convocatoria hecha por el Ministerio, un 75% de los profesionales participantes, según el Ministro, reprobó la evaluación y sólo un 25% la aprobó.
La cifra dada a conocer es una clara señal de las debilidades y pobreza que caracterizan la formación de los recursos humanos en el país a nivel profesional y en particular en lo relativo a la formación de los potenciales docentes. En esas condiciones resulta prácticamente imposible proponerse mejorar la calidad de la educación en el país. También la situación debe servir de motivo para que cuando se hable de “revolución educativa” no sólo se ponga énfasis en la planta física del sistema escolar, sino que es perentorio dirigir la acción a los aspectos propiamente educacionales, poniendo el énfasis en la reforma curricular, la debida transferencia tecnológica, laboratorios, recursos bibliotecarios y muy importante en el cuerpo docente, el cual merece una atención especial, sobre todo en su adecuada formación para que los docentes estén en condiciones de hacer realidad la “revolución educativa”.
La realización exitosa de la tanda extendida ha de contar con las escuelas necesarias, pero además, esas mismas escuelas deberán estar adecuadamente equipadas y con los docentes en capacidad de llevar a cabo los nuevos contenidos curriculares, de modo que la jornada extendida le ofrezca la oportunidad a los estudiantes para aprovechar el tiempo en las nuevas actividades que implican la extensión del horario de clases. Para hacer ese “milagro” el sistema educativo nacional debe ser pensado y operado desde la óptica educativa, de manera tal que la reforma contemple los diversos componentes del proceso de formación de los recursos humanos, de forma tal que estos respondan con calidad a las exigencias del mercado y de la sociedad.
La revolución educativa también exige de una mayor presencia de la planificación educativa de manera que los planes de trabajo se conecten con propiedad profesional con las metas a modificar en términos de los indicadores de cobertura y de los determinantes de la calidad de la educación como son los índices de retención y deserción, repetición y sobre edad, entre otros tantos parámetros de la calidad escolar.
Urge, pues, que el Ministerio de Educación se aboque a esos imperativos que aseguren la verdadera “revolución educativa”, priorizando los planes para la formación del Magisterio.
¡El desarrollo educativo nacional debe contar con docentes de calidad!
miércoles, 30 de abril de 2014
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