El país vive una cotidianidad dramatizada por una cadena de problemas que en conjunto refuerzan el pesimismo dominicano en tiempos contemporáneos: la pobreza institucional, la descomposición de la Justicia, el crecimiento económico sin “prosperidad”, los ineficientes servicios públicos cada vez más precarios y protestados, la falta de oportunidad sobre todo para la juventud, la delincuencia y la agobiante criminalidad asociada al narcotráfico y la corrupción de los políticos, entre otros tantos problemas, definen un panorama nacional más bien sombrío, cuyo horizonte se ensombrece más por la pesada carga del endeudamiento y ahora por la inminente entrada en vigencia del DR-CAFTA para el 97% de los productos contemplados en el acuerdo a partir de enero del 2015.
El tratado de libre comercio, expresión del modelo neoliberal de la económica global, encierra en sus condiciones oportunidades aprovechables, sobre todo para los agentes económicos que operan en la producción, distribución y consumo, funciones clásicas de las actividades de la economía. Pero también, encierra amenazas serias, al enfrentar, en condiciones de igualdad al desmontar las barreras arancelarias, a los productores nacionales con los productores internacionales, sin que el país haya implementado las estrategias que hagan competitivos a nuestros productores para enfrentar con posibilidades de éxito a los productores internacionales en general con mayores niveles de competitividad.
El país y los gobiernos, entretenidos en otros asuntos, se han descuidado en la preparación del país para la apertura que encierra el DR-CAFTA. Por eso muchos sectores de la producción nacional ya han sufrido el impacto negativo de las amenazas del tratado, rompiéndose el eslabonamiento de la cadena productiva en diferentes sectores, como consecuencia de la entrada de muchos productos de origen internacional de mayor atractivo para los consumidores nacionales.
Esa tendencia negativa se habrá de profundizar a partir de enero del 2015, cuando ya se encuentren desmontadas las barreras para el 97% de los productos consignados en el tratado. El país ha perdido mucho tiempo y las entidades del Estado responsables del área económica no han desempeñado su rol. Por eso se hace urgentísimo que el Gobierno tome carta en el asunto y disponga las medidas pertinentes, que aceleren las acciones que remedien la situación de los productores nacionales para que puedan prepararse mejor, de modo que sobrevivan con relativo éxito cuando el mercado nacional sea llenado por la nueva oleada de otros bienes y servicios producidos por las economías globales.
El país tiene que combatir la falta de disposición de los productores locales para asumir la cultura exportadora y en ese empeño los sectores públicos y privados deben aunar esfuerzos para enfrentar las dificultades de la globalización..
jueves, 8 de mayo de 2014
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