Desde hace más de una década los gobiernos nacionales han recurrido al endeudamiento bajo la premisa de que el país tenía amplia capacidad de pago y que el nivel de endeudamiento todavía era muy bajo en comparación con el PIB. Esa falaz convicción persuadida por la injerencia seductora de los organismos internacionales, dispuestos a facilitar financiamiento al gobierno, fue dando lugar a un nivel de endeudamiento externo que hizo que de unos 4 mil millones de dólares en el 1996, se pasara a más de 27 mil millones en el 2013.
Crecimiento del PIB y endeudamiento, en un contexto de apertura internacional mediante los tratados de “libre comercio”, pronto se tradujeron en una fuerte elevación de las importaciones mucho más rápida que la evolución de las exportaciones. Ese desbalance en el saldo económico, hacía que las necesidades por el endeudamiento fueran mayores, a modo de equilibrar y estabilizar la economía. De esa forma se realimentaba el crecimiento de una economía sustentada con recursos ajenos. Esa carrera de endeudamiento también fue estimulada por la estrategia de gobernabilidad aplicada, la cual se basaba en la creación de empleos públicos sin trabajo (botellas), lo que no sólo triplicó la nómina y los gastos corrientes del sector público como expresión del clientelismo, sino que obligó a los gobiernos a recurrir sistemáticamente a los déficits fiscales y a los reajustes tributarios, además del endeudamiento, para generar los recursos financieros que solventaran un modelo de gestión pública artificial e improductivo.
Desde el inicio de esa carrera incontrolada por el endeudamiento, sectores nacionales llamaron la atención de los gobiernos, previendo que el peso del servicio anual de la deuda se convertiría en un pesado compromiso. Sin embargo, los gobiernos hicieron caso omiso a esas advertencias, justificando la voracidad por el endeudamiento. Hoy es el propio Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, quien reconoce la gravedad de la situación, cuando confiesa la gran preocupación que tiene el Gobierno por los elevados niveles de la deuda, la cual obliga a más préstamos para pagar la deuda. Explicó el Ministro que el Gobierno en este año ha pagado RD$ 170 mil millones en deuda, y que “si no fuera porque hay un buen gobierno, responsable, estaríamos ahogados sólo pagando eso”. Concluye el ministro que “El problema es muy serio para el país, el Gobierno y para los futuros gobiernos”.
La nueva posición del Gobierno del Presidente Medina, es una admisión de la grave situación en la que ha caído el país, por la irresponsabilidad y superficialidad de los anteriores gobernantes que recurrieron al endeudamiento para crear una “burbuja artificial” de un crecimiento fatuo del PIB, que como se sabe ahora sólo ha servido para enriquecer a una oligarquía recreada y para empobrecer a la mayoría de la población, ahondando el grave problema de la desigualdad y la pobreza, tal como lo señalara el Banco Mundial al dictaminar el “crecimiento sin prosperidad”.
La economía y el propio país, pues, se encuentran en una situación de insostenibilidad financiera. Frente a ella ciertamente se requerirá de un Gobierno responsable y más juicioso.
¡El Gobierno lo ha dicho!
jueves, 29 de mayo de 2014
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