martes, 27 de mayo de 2014

El Papa y la paz

Luego de desaparecida la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) que se disputo el dominio del mundo con los EEUU, este último país al quedar sólo como potencia económica y militar, impuso junto al bloque de Europa el “libre mercado” como único esquema institucional para organizar la economía mundial, originando un “nuevo orden mundial” del cual se levantó un dominio concentrador de la riqueza, sobre la base de un capitalismo desregulado  estimulador de las tendencias del monopolio y de la exclusión social, debilidades inherentes a la institucionalidad del mercado. Los intereses concentrados emanados de ese nuevo “orden mundial”, pasaron a dominar a todo el mundo, recreando de nuevo  una nueva era de violencia, de  guerra y de conflictos, junto a la desigualdad  y la pobreza sistemática, al tiempo de también amenazar el equilibrio ecológico del planeta. De esa manera,  la nueva estrategia de dominación a partir del “Mercado” globalizado no solo ha negado  la “racionalidad” civilizatoria, la prosperidad y el progreso, sino que ha negado la posibilidad de una humanidad donde reine la libertad y la paz del mundo.    
    
En ese “nuevo orden” así conformado, no tardó mucho para que quedaran en evidencia esas tendencias propiciadoras de la guerra, los conflictos y la injusticia. Por eso la historia reciente, con posterioridad al derrumbe del bloque soviético, registra una cadena de conflictos y guerras en muchas partes del planeta, entre las cuales sobresale la zona del Medio Oriente, donde se ha hecho crónica la guerra por la Tierra Santa entre los palestinos y los israelitas, y cuya solución no se vislumbra por ninguna parte por la complejidad de los intereses envueltos en un primer caso de lo que se podría llamar el “choque de civilizaciones”. 
   
 Y es en ese escenario que el Papa Francisco, en su primera visita a Tierra Santa, se ha propuesto servir de mediador, invitando al Vaticano a los dos jefes de los estados de Israel y Palestina, para que allí agoten una jornada de oración, junto al Pontífice de la Iglesia Católica, que propicie la posibilidad de que ese largo e histórico conflicto entre judíos y palestinos, que amenaza a toda la humanidad, pueda lograr la anhelada solución pacífica. La Comunidad Católica mundial deberá unirse a esa jornada de oración por la paz del Medio Oriente, para que se dé el milagro de que la concentración espiritual, a través de la oración, pueda vencer la irracionalidad nacida de los intereses materiales que actúan detrás del “choque de civilizaciones”.  El sólo hecho de que el Papa logre materializar ese encuentro de ambos pueblos, es un acto revelador del nuevo rumbo de la Iglesia Católica y de su rol en un mundo en conflicto.
¡Roguemos por el éxito de Francisco en esa difícil misión!  

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