Por Ing. Conrado Asencio..-
El primer deber de los que se dedican a la política consiste en saber oír y en saber obedecer la palabra de la calle. Joaquín Balaguer
Emulando parte de algunas de las estrofas de la famosa, bella y añorada canción que se titula “SANTIAGO”, hemos asumido el título de las presentes líneas, para tratar someramente, la situación de sus calles tendidas por el sol y mayormente extendidas por todo su ámbito urbano y hasta suburbano, las cuales se encuentran muy deterioradas, en busca de que nuestras autoridades procuren y logren satisfacer las aspiraciones del pueblo, o compartiendo y “obedeciendo la palabra de la calle”, como bien lo señalo el Dr. Joaquín Balaguer.
Es acertado y justo reconocer que el Santiago de ayer, que por la década del 50 del siglo pasado, tenía una reducida población que oscilaba en los 50 mil habitantes y ocupaba unos pocos kilómetros cuadrados, mientras hoy en día, esta gran urbe ronda por el millón de habitantes y los limites urbanos han multiplicado ampliamente el área ocupada por lo cual se deduce claramente que hay una gran diferencia, en la cantidad de calles y avenidas que la conforman.
Sin haber exteriorizado las atenciones y mantenimiento, el manejo escrupuloso y firme con los medios de ese entonces, para las calles y avenidas que la conformaban puede representar la gran diferencia con las vías en la actualidad. Las calles y avenidas de antaño estaban preparadas con limitaciones técnicas, pero adecuadas a la época, para soportar los vehículos pesados de esas épocas las cuales tenían un afirmado limitado y una capa de rodadura diseminada en toda su superficie, a base de una imprimación de un derivado del petróleo (RC2) que luego se cubría con arena.
La ciudad se mantenía limpia y sin desperdicios sólidos aunque la iluminación de sus calles y avenidas siempre fue pobre cuyas luces se ubicaban en postes de tendidos eléctricos que se levantaban en con tres perfiles de acero unidos adecuadamente. Mas sin embargo, las nuevas épocas han suscitado numerosos cambios que deberán ser realizados para atender los nuevos requerimientos técnicos de soporte de las grandes cargas que se movilizan a través de las mismas.
A pesar de que contamos con nuevas normas técnicas y de diseño para la construcción de las bases, que se requieren para las construcciones de calles y avenidas, hay limitaciones por el uso intensivo de cargas excesivas y pesadas que se transportan en amplios camiones y patanas, desconocidas en épocas anteriores. Aun así, hay muchas vías y avenidas que no se han construido con normas que las faculten a soportar grandes pesos, sin sufrir alteraciones en su pavimento y en la base que la sustentan.
Además, como consecuencia del uso indiscriminado e inapropiado de transitar con cargas pesadas en urbanizaciones donde sus calles no están diseñadas para el soporte de esas grandes cargas. Todo esto unido a los asentamientos infinitesimales, a los movimientos telúricos imperceptibles, a las lluvias etc. pero, quizás y más razonable y percepción de la población, a la falta de un mantenimiento regular y apropiado donde se reparen los posibles desperfectos que se encuentren en su capa de rodadura etc.
Hoy nuestro querido Santiago, tiene la gran mayoría de sus calles, tendidas por el sol y extendidas a todos los confines urbanos que la integran, están dotadas de una capa de rodadura en hormigón asfaltico muy desatendida y llena de huecos, hoyos, troneras y hasta lo que se identifican y conocen como grandes cráteres, lo que se traduce en una gran apatía por las autoridades de lugar, y todo conlleva a proporcionar un total descontento en la población y un descredito en las funciones de las autoridades edilicias y en algunos de los ministros .
Continuaremos.
lunes, 26 de mayo de 2014
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