De su lado las facciones del PRD actúan en la dirección de consolidar su división, respondiendo así a los requerimientos del partido oficial. En primer término, El PRD-Minoritario de Miguel Vargas, sustentado fácticamente por el dinero y las sentencias de las altas cortes, ha definido un curso de acción antidemocrática y autoritaria, prefiriendo un partido reducido y sin razón política de ser. Por su parte, el PRD-Mayoritario, despojado de su legalidad por las altas cortes, se ha visto obligado a auspiciar una “convergencia” que lo relegitime como vía para recuperar al PRD al final, y reencausar el curso de la democracia dominicana, hoy día desviado por el peligro de un partido único y hegemónico, cuya tendencia apunta a una nueva dictadura política.
El error de la “convergencia” es que antes de nacer ya se anteponen a la misión política las aspiraciones presidenciales o de cargos de dirigentes y de grupos, lo cual introduce la “divergencia”, dándole paso más que a causas políticas válidas, al personalismo y el oportunismo, factores actuantes en la crisis política de los partidos.
miércoles, 26 de febrero de 2014
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