Un cambio social es una alteración apreciable de las estructuras sociales fundamentado en las normas, los valores y a los productos de las mismas.
Cuando esos cambios incluyen aspectos más profundos y amplios, como la economía y la política se puede hablar revolución social. Pero esa revolución social debe estar basada en un cambio político, ya sea por cambio de gobierno o del sistema político.
Pero las sociedades son cambiantes en su dinámica misma como motor que mueve la vida, además, sobre las generaciones se centra un poderoso germen de cambio.
El mundo ha cambiado, las sociedades han cambiado, pero la mayoría de las instituciones y sus entes de dirección no lo notan, sobre todo, en naciones como la nuestra de primitivismo institucional y donde las personas se aferran a ellas y su visión de conservadora de vida.
Los cambios sociales están fundamentados en el quehacer de los pueblos, en la forma en que la gente vive y resuelve sus necesidades, por eso el cambio lleva su dinámica interna.
Pero los cambios políticos necesitan una voluntad y una conciencia de sus actores para poderse producir, de lo contrario lo que viene es la resistencia al cambio que impulsa el quehacer social.
Los cambios sociales avanzan sin preguntarle a nadie, sólo se mueven y más en una sociedad globalizada por era y las tecnologías.
La superestructura de la sociedad, el poder, los gobiernos, iglesias, escuelas, justicia y otras instituciones no pueden más que tratar de regular, moderar o controlar esos cambios sociales para contener el cambio político, pero al fin es inevitable.
La sociedad dominicana ha cambiado, pero una gran cantidad de sus actores no se dan cuenta. Se quedaron atrapados en la vanguardia de los años 50 y el esplendor del conservadurismo de final de siglo.
Pero la sociedad avanza con cambios acelerados fruto de las cinco o seis generaciones que los superan, de las tecnologías de la comunicación y el impulso de la forma de vida de las gentes de esta época. Los cambios políticos también vendrían y serán inevitables.
Cuando esos cambios incluyen aspectos más profundos y amplios, como la economía y la política se puede hablar revolución social. Pero esa revolución social debe estar basada en un cambio político, ya sea por cambio de gobierno o del sistema político.
Pero las sociedades son cambiantes en su dinámica misma como motor que mueve la vida, además, sobre las generaciones se centra un poderoso germen de cambio.
El mundo ha cambiado, las sociedades han cambiado, pero la mayoría de las instituciones y sus entes de dirección no lo notan, sobre todo, en naciones como la nuestra de primitivismo institucional y donde las personas se aferran a ellas y su visión de conservadora de vida.
Los cambios sociales están fundamentados en el quehacer de los pueblos, en la forma en que la gente vive y resuelve sus necesidades, por eso el cambio lleva su dinámica interna.
Pero los cambios políticos necesitan una voluntad y una conciencia de sus actores para poderse producir, de lo contrario lo que viene es la resistencia al cambio que impulsa el quehacer social.
Los cambios sociales avanzan sin preguntarle a nadie, sólo se mueven y más en una sociedad globalizada por era y las tecnologías.
La superestructura de la sociedad, el poder, los gobiernos, iglesias, escuelas, justicia y otras instituciones no pueden más que tratar de regular, moderar o controlar esos cambios sociales para contener el cambio político, pero al fin es inevitable.
La sociedad dominicana ha cambiado, pero una gran cantidad de sus actores no se dan cuenta. Se quedaron atrapados en la vanguardia de los años 50 y el esplendor del conservadurismo de final de siglo.
Pero la sociedad avanza con cambios acelerados fruto de las cinco o seis generaciones que los superan, de las tecnologías de la comunicación y el impulso de la forma de vida de las gentes de esta época. Los cambios políticos también vendrían y serán inevitables.
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