Este pacto se puede convertir en letra muerta, como sucede en nuestra sociedad, por la mala práctica de irrespeto a la Constitución, normas y leyes que todos tenemos que esforzarnos por aprender a respetar con espíritu de obediencia quasi religiosa.
Hay un principio de la Administración, tanto pública como privada, que reza: “La responsabilidad no se delega, siempre se debe ejercer”.
En este contexto nos preguntamos: ¿De quién es la responsabilidad de la enseñanza? La responsabilidad de la enseñanza compete en primer lugar a los padres y madres del educando.
Ante la imposibilidad de que la mayoría de los padres se puedan ocupar del proceso enseñanza-aprendizaje de los hijos, éstos la delegan en el Estado, que a su vez trata de cumplir esta responsabilidad por medio de las escuelas y de los colegios privados, que suplirán las funciones de los padres y madres en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Este complejo proceso de enseñanza-aprendizaje no es posible sin disciplina de parte de todas las partes responsables de llevar a cabo tan delicada tarea.
¿De dónde viene la palabra disciplina?
La palabra disciplina viene del verbo latino: “Discere”, que significa aprender, o lo que es lo mismo, que sin disciplina el proceso enseñanza-aprendizaje se convierte en un caos.
Es muy lamentable tener que reconocer con toda humildad que en los últimos 30 años se ha perdido el sentido y el valor de la disciplina, tanto de parte de los padres, de los maestros como del Estado, que se ha tornado completamente Laisse-fair-Laisse paser, frente a la inconducta de los padres que no dan seguimiento a sus hijos a ver si van a la escuela o no, ni velan por el comportamiento de sus hijos en las aulas.
De igual manera no se supervisa la labor del maestro en cuanto a cumplimiento de horario de clase, desempeño de su labor en las aulas y un mínimo de reglas que cada maestro debería cumplir en aras de hacer honor a la delicada función de sustituir a los padres de esos alumnos que se han puesto bajo su cuidado.
La primera piedra del proceso enseñanza-aprendizaje es la disciplina.
Esta tiene que ser retomada a como dé lugar, porque de lo contrario no se lograrán los objetivos en la Educación por más aulas que se construyan y por más recursos económicos que se inviertan en Educación.
El primer pacto tiene que ser entre los padres y madres de los alumnos, los maestros y el Ministerio de Educación, para que se contraiga un compromiso sagrado de respetar los horarios de clase y de normas de disciplina.
Creo muy oportuno que en todas las escuelas y colegios se forme una Asociación de Padres y Amigos de la Escuela y de los Colegios, para que con la supervisión del Ministerio de Educación, cada parte asuma su responsabilidad de mejorar la disciplina como pre-requisito indispensable para que elevemos los niveles de educación de nuestros ciudadanos.
Sin educación no hay futuro para nadie.
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