A medida que vamos avanzando en el camino de la vida vamos dejando atrás, personas, emociones, experiencias, situaciones que ya no necesitamos.
Vamos dejando parte del equipaje para andar más ligeros y libres, sin embargo, hay veces en que nos aferramos a no dejar que la vida fluya en todo su esplendor. A que se manifieste con toda su fuerza y esencia.
Sin darnos cuenta nos convertimos en micro directores de la vida, forzamos al Universo con nuestras peticiones y luego nos arrepentimos por no haber utilizado el Orden Divino y la Perfecta Armonía en nuestra petición.
Muchas veces nos asusta flojar el timón del barco de nuestras vidas porque pensamos que si lo hacemos este barco se irá a la deriva. Pensamos que será el fin del Universo y, sin embargo, con o sin nosotros el mundo seguirá girando. La película de la vida seguirá rodando sus filmes cotidianos con otros protagonistas, con otros libretos pero al final tendrá su propia escena.
Una vez leí en un libro titulado: “Come, Reza, Ama,” de la autora norteamericana, Elizabeth Gilbert lo siguiente : “de seguro los pájaros no van a dejar de volar y caer muertos del cielo. Ni los árboles se van a marchitar y morir, ni los ríos se van a teñir de rojo sangre por el sólo hecho de aquietarnos y dejar que la vida siga su curso”.
Así es, queramos o no, todo seguirá evolucionando, creciendo, transformándose. Entonces por qué agitarnos tanto, por qué angustiarnos y desesperarnos, si como decía la Madre Teresa de Calcuta: “todo pasará”.
Vamos a ser el intento de aquietarnos, de vivir desde nuestro interior, allí donde radica nuestra esencia, la verdad de nuestro Ser y a dejar, “que sea lo que sea”, como dice, Mercedes Sosa en unas de sus canciones.
La autora es Abogada y docente universitaria
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