Me han preguntado que pasa con el periodista Juan Bolívar Díaz. ¿Por qué y quiénes pretenden montarle una campaña de descrédito?. No pude responderles con precisión. Sin embargo, mi olfato de campesina, no falla. Me basta ver o escuchar la persona una vez, para saber sus intenciones. Conozco de algunas, especializadas en lanzar descargas negativas con tal fuerza mental, que son capaces de provocar, a distancia, accidentes automovilísticos.
Cuando esas personas van a los medios de comunicación no las veo ni escucho ni leo. Azaran. Llevan ráfagas de malos augurios, vientos desastrosos, cargas de antivalores, que alcanzan a cualquiera en la carretera y lo accidentan. Los ponen de manifiesto en sus gestos, en la mirada, en el fuego o llamas que le salen por la boca. Recuerdan el demonio. ¡Zafa!. Esa descarga negativa no me detengo a recibirla.
Hace tiempo que conozco de los que se han dedicado al negocio de difamar, sembrar odio, desprestigiar. Se han especializado en esas áreas para producir millones y obtener poder. Han hecho de esas actividades una rentable empresa familiar. Utilizan los medios para promoverla y gestionan la complicidad del gobierno para arroparla de poder y revestirla de credibilidad. Aun así, en el campo donde nací, aprendí a detectarlos.
Son aquellos que a cambio de atacar los pocos paradigmas de seriedad, decencia y respeto del país, reciben jugosos beneficios y no vacilan en prestar el servicio. De los pocos parámetros ejemplares que tenemos en los medios, Juan Bolívar es uno de ellos. Diría que el decano. No me sorprende que sea blanco de los que retuercen la verdad con fines personales.
Confieso que siento una gran admiración por este brillante periodista, paradigma de honestidad, de respeto a sí mismo y a la sociedad. Posee una increíble lucidez mental, flujo inagotable y espontáneo de conceptos interesantes, juiciosos, objetivos. Sincero al analizar las situaciones, aunque yo no siempre este de acuerdo. Habla rápido porque las ideas le llegan a gran velocidad, sin contradicciones. Está atento a la justicia social, al bienestar colectivo, no grupal. Seria incapaz de defender por encargo, de negarse a si mismo. Tampoco puede proteger ni ser indiferente a los que lo hacen, retorciendo la verdad, manteniendo al pueblo en la ignorancia, para que otros acumulen millones y poder.
Los que actúan como Juan Bolívar, son obstáculos para alcanzar los objetivos de los por encargo y con demagogia, siembran mentiras. Por eso, arremeten contra ellos. Cuando no logran doblegarlos, van a lo personal, le atacan a la familia.
Juan Bolívar es una roca de respeto a si mismo. Un hombre sencillo pero con mucho coraje y firmeza. De los que no tienen que recurrir a poses de actores de teatro, para inspirar credibilidad. Quedan pocos periodistas de su talla. A muchos le han tumbado el pulso, con el dinero.
Debemos apoyar a Juan Bolívar. No podemos quedarnos a merced de los mercantiles que buscan la oscuridad para hacer fortunas. Tampoco debemos permitir que de los impuestos del pueblo, le sigan pagando posiciones públicas que le sirvan de plataforma para sus macabros fines. Debemos ir despejando el ambiente de las águilas negras, que impiden la armonía y la paz en la sociedad.
Mi solidaridad con Juan Bolívar. Que pena que no pude ir al Auditorium de la UASD para manifestársela y conocerlo personalmente. Pido a Dios que se recupere pronto de los traumas físicos del accidente automovilístico que sufriera ayer y que nada ni nadie cambie su manera de ser.
lunes, 9 de septiembre de 2013
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