¿Se ha puesto usted ha pensar por que tanta gente se propone cambios y al avanzar los meses no logra cumplirlos? Dietas, ahorros, aumentar los tiempos de compartir con la pareja y familia, cambiar actitudes, fortalecer el carácter, dejar relaciones o sustituir hábitos termina siendo una frustración para quienes “tomaron una decisión” sin llevarla a cabo.
A continuación anoto las tres consideraciones que me gustaría presentar como  la base de nuestra reflexión:
  1. Lo difícil no es tomar una decisión sino mantenerse en ella: generalmente expresamos “tomé una decisión” para referirnos al acto de pensar en aquellas cosas que nos gustaría ajustar o mejorar, no al acto de ejecutar la acción, por lo que primeramente creo oportuno cambiar nuestra manera de expresarnos para así cambiar nuestra manera  de entendernos.   El tomar la decisión es el primer paso, mantenerla el segundo.
  2. Toda decisión es un proceso y no una acción aislada: nadie puede ejecutar una decisión asertiva de la noche a la mañana, esto es un proceso que une varios eventos, la ausencia de uno de ellos puede retroceder a alguien (valorar, medir consecuencias, identificar recursos, opciones, etc).
  3. Quien no se mantiene en una decisión dejo de desearla: esta es la consideración más valiosa, ya que una persona que quiere mantener una decisión lo hará aunque los obstáculos sean muchos, pero para eso su voluntad requiere ser madura.  Si dejas de querer, dejas de vivir respecto a aquello que propusiste.
Dejemos claro un punto en esta reflexión, una decisión no es solamente una idea, un deseo, un intento, una expectativa o bien un sueño, es un acto que requiere lo que he llamado el “DCR”: disposición, constancia y responsabilidad.  Disposición pues es el elemento que abre la voluntad, constancia para mantenerla activa y responsabilidad para lograr el compromiso.  ¿Dígame si hace un año usted soñó, deseó o intento cosas que hoy un año después no alcanzó?, será que hubo déficit del “DCR”.
Generalmente lo que lleva a una persona a convertirse en alguien de doble ánimo, son sus emociones, es decir, si el alma es la mente, la voluntad y las emociones, en la mayoría de personas el timón del alma lo dirige las emociones, por lo que la mente y la voluntad simplemente son arrastradas por lo que se siente.
Los tres enemigos de la voluntad
Nuestra voluntad enfrenta tres enemigos que inestabilizan las decisiones, El primero de ellos son losrecuerdos, aquellas escenas fotográficas que al aparecer como un flash, disparan emociones y/o sentimientos que me llevan a revivirlos, tal es el caso de la persona que pensó en dejar al novio pero al recordarlo y sentir cosas agradables mientras piensa en él, toma el teléfono y lo llama para reactivar su relación.  También hay hábitos se convierten en enemigos, pues nos sabotean nuestras metas y deseos.  Renunciar a un hábito requiere voluntad, así como un poco de DCR.
Por otra parte tenemos a los distractores, aquellas cosas que aparecen sin esperarlos y nos sacan de nuestro carril.  El plan de cambio se olvida cuando aparecen estos distractores.

Mantenerse firme en una decisión implica…

  1. Escríbalas y anótelas en un lugar visible, el recordatorio genera desafío.
  2. Que las decisiones estén de acuerdo a sus capacidades.
  3. Si la meta no se logra hoy, no significa que mañana tampoco.  Insista.
  4. Una decisión no está sujeta a un momento específico, sino a una actitud diaria.
  5. Fomente relaciones que le animen a luchar por sus metas.
  6. Evalúe periódicamente el logro alcanzado, pues sin evaluación no hay crecimiento.
  7. Establezca la estrategia, es decir, defina el cómo alcanzará la meta.
  8. Tenga un plan contingente, ya que el Plan B en ocasiones da mejores resultados.
  9. Asegúrese que la meta que estableció sea resultado de sus propios deseos y no de imposiciones ajenas o de la presión social.