viernes, 23 de agosto de 2013

El PRD frente al espejo del PRI y del PRSD


Al lado del expresidente Hipólito Mejía está siempre su vocero y asistente político Héctor Guzmán, una de las figuras clave que abandonaron las filas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) al final de los 80 y alguien que también sabe por experiencia la precaria suerte electoral que ha acompañado a los proyectos surgidos de escisiones de esa organización. Él y otros dirigentes del PRD le siguieron entonces los pasos a su líder Jacobo Maljuta, para fundar el Partido Revolucionario Independiente (PRI). 
Una vez extinguido el entusiasmo fundador del PRI, Guzmán y muchos otros volvieron a las filas del PRD y en su caso, desde entonces, sigue junto al exmandatario, a quien ahora se le ponen varios caminos por delante, incluso el de embarcarse en la formación de otra fuerza electoral.
Partido Revolucionario Peñagomista (PRP) o Partido Revolucionario Auténtico (PRA), cualquiera de estas dos alternativas que puso sobre el mostrador Hugo Tolentino Dipp ante la imposición del grupo de Miguel Vargas Maldonado sobre el de Mejía y sus aliados representaría un riesgo, si los desplazados pretendieran participar con posibilidad real de éxito en los comicios de 2016. La dimensión del riesgo la define la historia de las divisiones del PRD.
Pero expulsado Mejía, y después de los acontecimientos de la sesión del Comité Ejecutivo Nacional, ¿qué pasará con el expresidente y su grupo?
La propuesta de Tolentino Dipp, que varios analistas consideran un escenario ya previsto por los descontentos, surge ante el acorralamiento de un grupo que no ha podido revertir la expulsión de que fue objeto su principal apuesta presidencialista.
En esta lucha, ha quedado evidenciado que Hipólito Mejía cuenta con el grueso del liderazgo tradicional del PRD. Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea Guerrero, Ramón Alburquerque, Tolentino Dipp  cuentan entre los que cierran filas con el expresidente. También ha sido destacada la participación de Orlando Jorge Mera, Geanilda Vásquez y Janet Camilo.
En cambio, Miguel Vargas ha logrado ventaja con las decisiones judiciales que le garantizan el control institucional del partido; tiene, además, el apoyo de una dirigencia orgánica de no tanto renombre y de la mayoría de los legisladores perredeístas en la Cámara de Diputados, encabezados por su vocero Ruddy González.
Falta por verse si toda esa lealdad, adhesión y coincidencia de que goza Mejía se mantendrá en caso de montar sus aspiraciones sobre otra plataforma partidista.
Aunque pueda representar un simple detalle coincidente, resulta interesante que de los tres importantes proyectos políticos surgidos del PRD, los que tienen PR en sus siglas, como apelando a las mismas raíces revolucionarias y resaltando el apego a la doctrina socialdemócrata, no han conseguido o no han consolidado su éxito electoral.
El PRI logró colocarse como cuarta fuerza política en momentos en que el poder se repartía entre tres grandes organizaciones y eso fue así sólo para los comicios de 1990, con un 7% de los votos y 1994, con 2.3%. Hoy queda como una organización minoritaria, que cada cuatro años sirve de bisagra a otras fuerzas.
En cambio, el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), instituido en 2004 por Hatuey de Camps a raíz de la crisis por la obstinación de Hipólito Mejía de lanzarse a la reelección, no ha logrado sobrepasar el 1.36% en 2012. Esa fue, sin embargo, su segunda elección, por lo que tendrá más oportunidades de mostrar crecimiento. En el camino también queda la alternativa de que, ya reconciliado con Mejía, De Camps lo acoja en su franquicia, a contrapelo del refrán que dice que “dos jueyes en la misma cueva no pueden vivir”.
Sólo el Partido de la Liberación Dominicana, fundado por Juan Bosch en 1973 como una negación del PRD, logró posesionarse en la preferencia del electorado, primero con porcentajes bajos, pero representativos, hasta alcanzar importantes cuotas congresuales y, ya por cuatro veces, la Presidencia de la República. Después de 17 años, contados cinco procesos electorales, el PLD se vio frente a la oportunidad de alcanzar el Poder Ejecutivo, en los comicios de 1990, cuando Juan Bosch y sus seguidores denunciaron un fraude electoral por parte de Joaquín Balaguer.
La partida de Juan Bosch y otros dirigentes se produjo en unas circunstancias en las que el expresidente de la República (1973) mostraba serias controversias con José Francisco Peña Gómez en cuanto a la forma de dirigir el partido, en cuanto a orientaciones ideológicas e incluso con respecto a la conveniencia de participar en elecciones en el escenario de represión e inestabilidad que caracterizó a los 12 años de Joaquín Balaguer (1966-78).
“En un discurso el 29 de julio de 1973, sobre los liberales y la revolución nacional, Peña Gómez señaló que los liberales en el Congreso de los Estados Unidos, como Frank Church y William Fulbright, eran mejores aliados tácticos para la lucha revolucionaria que Fidel Castro o Mao Tse-tung” resalta, entre otros ejemplos, el politólogo estadounidense Jonathan Hartlyn, en su libro La lucha por la democracia en la República Dominicana.
En los casos del PRI y el PRSD, las divisiones ocurrieron en torno a traumas originados por elecciones internas o a forcejeos  entre grupos por erigirse con el control del partido, algo muy similar a lo que ocurre en la actualidad con la prolongada disputa entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado.
La historia del Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS) es otra. José Francisco Peña Gómez lo fundó en 1984 como puente para presentar eventual candidatura presidencial ante el tranque interno que se daba entre él y Jacobo Majluta en torno a los comicios de 1986 y 1990. Este grupo, parte de la alianza Bloque Progresista que lidera el PLD, alcanzó el 1.59% de los sufragios de 2012.
“Majluta continúo activamente con su candidatura dentro del PRD, mientras construía La Estructura como un partido distinto. La amenaza implícita era que sería candidato aunque no recibiese la nominación del PRD”, recuerda Hartlyn, sobre los acontecimientos que precedieron a la traumática convención perredeísta de 1985, que terminó con el tiroteo rememorado como “El Concordazo”.
De resultar irreversible la expulsión de Mejía, y si este muda su proyecto político a otras siglas, le tocará también a Héctor Guzmán decidir si se va con él a una nueva y arriesgada empresa político electoral, como aquella vez con Jacobo Majluta y el PRI.

El camino abierto al TSE

Hipolito Mejia - 01
El expresidente Hipólito Mejía hizo su reunión del CEN después de la del presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado. Le acompañeron dirigentes históricos del PRD. (Foto: Orlando Ramos).
En la reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), realizada por Miguel Vargas, quedaron designados los dirigentes Peggy Cabral como presidenta en funciones, Junior Santos como secretario general y Aníbal García Duvergé como secretario de organización. Los tres sustituyen a los suspendidos Andrés Bautista García, Orlando Jorge Mera y Geanilda Vásquez. En el CEN reunido por Vargas Maldonado en el Coliseo de Boxeo Carlos (Teo) Cruz, en el Distrito Nacional, participaron 1,722 (74.6%) de los 2,307 integrantes del organismo, según sus datos. La reunión del otro CEN, encabezada en el Club Los Prados por el expresidente Hipólito Mejía (también expulsado del PRD), fijó el próximo 27 de octubre como la fecha de la convención interna del PRD. Esto, con la supuesta presencia 80% de los miembros del organismo. De nuevo todos los caminos conducen a la Junta Central Electoral y al Tribunal Superior Electoral (TSE).

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