miércoles, 7 de agosto de 2013

Desafío presidencial


El gobierno que encabeza Danilo Medina encara unos desafíos en materia de la producción  y de los servicios públicos, que se enmarcan en un modelo de gestión pública dentro de lo que se puede entender como el “Estado de Bienestar” contrario al modelo que siguiera su predecesor, Leonel Fernández,  que respondía más bien al “capitalismo salvaje”.  En este “capitalismo salvaje” se establece como tendencia institucional la privatización total, de modo que todo se convierte en oportunidades de negocio para las empresas privadas, las cuales propician, como le es consustancial, la exclusión y la marginalidad social.    
    
Por esas razones los servicios públicos tienden a privilegiar la privatización: la educación pasa a ser un sistema escolar para los que pueden pagar y la escuela pública se hace un espacio para difundir la ignorancia en el mundo de la pobreza. La escuela pública es para los pobres y la construcción de la “sociedad del conocimiento” no debe mirar para allá. Lo mismo pasa con el sector salud, donde los hospitales pasan a ser “pocilgas” como los calificara el Presidente Medina y  donde se establecen “cuotas de recuperación” como forma contaminada de la privatización que profundizan la ineficiencia y la exclusión de la pobreza.  Por esa misma orientación del modelo privatizador totalizante, la seguridad social que fuera creada para los más desposeídos, se convirtió en jugoso negocio para los privatizadores, y por eso acusa serias fallas que se originan en el hecho de que la misma fue un pretexto para edificar una masa monetaria para muy buenos negocios, donde lo que predomina es el lucro maximizado, en vez de la salud de la población y los demás servicios de la Seguridad Social.
    
Por esas razones llama la atención las actitudes públicas del Presidente Medina, quien parece decido a desafiar esas tendencias del “Estado Salvaje” impuesto por el “capitalismo salvaje”, al ratificar en sus recientes pronunciamientos y decisiones su determinación de promover un “Estado de Bienestar” estimulando a los sectores de la producción nacional y favoreciendo una mejor escuela  para los pobres y mejores hospitales donde la población humilde pueda acudir y encontrar un adecuado servicio de salud gratuito.

Buenas orientaciones

En ese orden cabe destacar su reciente declaración en la que expresa su propuesta de igualar la escuela pública a la privada, con la aplicación del 4%, y con la construcción de escuelas para viabilizar la tanda extendida. De igual modo, la decisión del gobierno de eliminar el cobro de las “cuotas de recuperación” en los hospitales, al tiempo de disponer la restauración y ampliación de las mismas, son claras señales de un gobierno que tiende a reproducir una gestión más cercana a lo que el pueblo quiere. 
    
Esas orientaciones son las causas de la popularidad del Presidente, popularidad que debe cuidar como principal fuente de la sustentación de la gobernabilidad de la presente gestión, la cual se enfrenta a un legado lleno de serios vicios y limitaciones frutos del corrompido modelo de  gestión neoliberal que le precediera.  

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