viernes, 2 de agosto de 2013

Bestias al volante

Por Josefina Almánzar .-

Cada día trato de conducir mi vehículo con más precaución y prudencia. Varias razones me llevan a ejercer esa conducta.  Primero, detesto manejar, lo hago por necesidad y obligación. Segundo, la edad nos va haciendo más cautelosos, en muchas ocasiones y tercero, que debería estar en el primer orden de prioridades, en varios momentos del día mi niña está conmigo en el vehículo.
    
A pesar de tratar de ser precavida, prudente, cautelosa y hasta cierto punto decente en el manejo vehicular, la desesperación e impotencia se apoderan de mi cada día al ver y confirmar que, en la forma en que manejamos es donde se demuestra y destaca la falta de educación que tiene esta población.

Cualquier extranjero que venga a conducir a este país puede perfectamente pensar que llegó a “animalandia” , con la excepción de que en la selva los animales respetan el territorio del otro, lo cual ni siquiera eso se da cuando las bestias de este país de las maravillas están al volante.
    
No vale, ni se toma en consideración las altas cifras de accidentes de tránsito que tenemos en nuestras estadísticas, producto en la generalidad de los casos de los actos temerarios, imprudentes y salvajes que comenten nuestros conductores vehiculares.
    
A cualquiera se le entrega en sus manos un arma para herir, atropellar o matar, ya que cuando se le entrega a una persona una licencia de conducir y ésta no tiene la más mínima conciencia de la responsabilidad que tiene en sus manos, se le está entregando un arma mortal.
    
Nuestro sistema de adquisición de licencia de conducir es débil y tiene como finalidad recaudar impuestos más que nada, pues todo se compra y se vende. Es más beneficioso legalizar a las bestias al volante, que paguen sus impuestos, antes de buscar modificar el sistema y por qué no, incluir un test psicológico a los candidatos y candidatas que optan por una  licencia para conducir.
    
Qué decir de los que conducen embriagados, provocando su muerte y la ajena? Qué pasa con esas campañas publicitarias, esos operativos que realizan por un tiempo y luego se echan en el saco del olvido?
    
Lo irónico de todo esto y lo que más llama la atención, es que esa persona que conduce por las calles de nuestros país como una bestia, en otros países, esa misma persona es un conductor ejemplar, cauteloso, prudente, decente.  Por qué será? Sufrirá de trastornos en su personalidad? ¿O será que en esos países las leyes de tránsito, sí se cumplen, hay controles y las multas impuestas por la violación a la misma son tan altas que prefieren portarse como personas y no como bestias al volante?
    
Mientras tanto estamos aquí en el país de las maravillas, sueltos en banda, irrespetándolo todo y nada pasa.

Seguiremos encomendándonos cada día a Dios para llegar sanos y salvos a los lugares donde debemos trasladarnos sin  tener que vernos envueltos en ningún tipo de situación que haya sido provocada por una bestia al volante.


La autora es Abogada y docente universitaria.

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