sábado, 28 de septiembre de 2013

El proceso de enseñanza-aprendizaje es imposible sin disciplina

Se ha anunciado con mucho entusiasmo la firma de un Pacto por la Educación.
     
Este pacto se puede convertir en letra muerta, como sucede en nuestra sociedad, por la mala práctica de irrespeto a la Constitución, normas y leyes que todos tenemos que esforzarnos por aprender a respetar con espíritu de obediencia quasi religiosa.
    
Hay un principio de la Administración, tanto pública como privada, que reza: “La responsabilidad no se delega, siempre se debe ejercer”.
    
En este contexto nos preguntamos: ¿De quién es la responsabilidad de la enseñanza? La responsabilidad de la enseñanza compete en primer lugar a los padres y madres del educando.
    
Ante la imposibilidad de que la mayoría de los padres se puedan ocupar del proceso enseñanza-aprendizaje de los hijos, éstos la delegan en el Estado, que a su vez trata de cumplir esta responsabilidad por medio de las escuelas y de los colegios privados, que suplirán las funciones de los padres y madres en el proceso enseñanza-aprendizaje.
    
Este complejo proceso de enseñanza-aprendizaje no es posible sin disciplina de parte de todas las partes responsables de llevar a cabo tan delicada tarea.
¿De dónde viene la palabra disciplina?
    
La palabra disciplina viene del verbo latino: “Discere”, que significa aprender, o lo que es lo mismo, que sin disciplina el proceso enseñanza-aprendizaje se convierte en un caos.
    
Es muy lamentable tener que reconocer con toda humildad que en los últimos 30 años se ha perdido el sentido y el valor de la disciplina, tanto de parte de los padres, de los maestros  como  del Estado, que se ha tornado completamente Laisse-fair-Laisse paser, frente a la inconducta de los padres que no dan seguimiento a sus hijos a ver si van a la escuela o no, ni velan por el comportamiento de sus hijos en las aulas.
    
De igual manera no se supervisa la labor del maestro en cuanto a cumplimiento de horario de clase, desempeño de su labor en las aulas y un mínimo de reglas que cada maestro debería cumplir en aras de hacer honor a la delicada función de sustituir a los padres de esos alumnos que se han puesto bajo su cuidado.
    
La primera piedra del proceso enseñanza-aprendizaje es la disciplina.
    
Esta tiene que ser retomada a como dé lugar, porque de lo contrario no se lograrán los objetivos en la Educación por más aulas que se  construyan y por más recursos económicos que se inviertan en Educación.
    
El primer pacto tiene que ser entre los padres y madres de los alumnos, los maestros y el Ministerio de Educación, para que se contraiga un compromiso sagrado de respetar los horarios de clase y de normas de disciplina.
    
Creo muy oportuno que en todas las escuelas y colegios se forme una Asociación de Padres y Amigos de la Escuela y de los Colegios, para que con la supervisión del Ministerio de Educación, cada parte asuma su responsabilidad de mejorar la disciplina como pre-requisito indispensable para que elevemos los niveles de educación de nuestros ciudadanos.

Sin educación no hay futuro para nadie.

0 comentarios:

Publicar un comentario