sábado, 31 de mayo de 2014

El 30 de Mayo

Ayer se celebró el 53 aniversario del ajusticiamiento del tirano Trujillo, quien encabezó la más sanguinaria y larga tiranía que haya vivido el pueblo dominicano por más de 31 años de su historia. A lo largo de ese período oscuro de la dominicanidad, el pueblo perdió su libertad, y su soberanía era la voluntad del dictador, quien disponía de vida y propiedad.    
    
Las enseñanzas que dejó ese período histórico han sido, entre otras: Primero, la conciencia ciudadana de que no se puede repetir un régimen de gobierno que suprima la libertad y los derechos humanos de los ciudadanos, montando para ello un aparato estatal para reprimir, apresar y torturar a todos aquellos  que no comulguen con los intereses del que ejerce el poder político. Esa sin dudas es la parte más repudiable y detestable de aquella odiosa tiranía.     
    
La segunda gran lección que deja el tirano es que la democracia se ha de garantizar y estabilizar en la medida en que él o los gobernantes no utilicen la oportunidad de ejercer el poder político a través del Estado, para apropiarse de buena parte de los recursos públicos y de esa manera monopolizar la vida económica de la Nación desplazando a los sectores que conforman la clase dominante que compiten en la economía, mediante su inserción en la institucionalidad del mercado y de la iniciativa privada. Trujillo limitó la iniciativa privada hasta el punto de que se convirtió en un obstáculo que había que eliminar para el desarrollo de las fuerzas productivas de la Nación.  
    
Como un correlato de esa segunda lección surge la tercera, la cual nos enseña que a partir del control del gran aparato represivo y criminal y del control de la economía, surge la tentación de que él o los gobernantes tiendan a articular un poder político, mediante el cual pasan a controlar todas las fuentes del poder político institucional del Estado, con lo cual se convierten en un poder hegemónico en capacidad de imponer el pensamiento único y una única organización política para su sustentación, que domina el escenario político integrando mediante el soborno o aplastando de forma represiva toda manifestación disidente. Así se completó el círculo tenebroso de la tiranía personalista del sátrapa de Quisquilla en contra de la libertad y la democracia dominicana.

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