viernes, 30 de mayo de 2014

Plan de regulación

El Gobierno a través del Ministro de Interior y Policía, Lic. Ramón Fadul, anunció que a partir del próximo lunes se le dará inicio al Plan de Regulación de Extranjería.  El Ministro reveló que los inmigrantes ilegales proceden de unas 98 naciones, siendo en su mayoría procedentes de Haití. El trabajo que se inicia con el Plan es difícil y pesado, pero el país debe hacerlo si es que quiere controlar y regular el flujo de los inmigrantes, el cual  hasta ahora se ha caracterizado por el desorden, la falta de control, así como de una institucionalidad organizada.  
    
El Estado dominicano ha operado de forma similar al de Haití, que ha sido definido como un Estado fallido. La falta de control fronterizo, la falta de regulación de los inmigrantes a lo interno del país y la incoherente acción de repatriación de los ilegales, han dado lugar al desorden migratorio que la mayoría reconoce que se ha convertido en una amenaza para la Nación misma. La situación se ha tornado más grave por el desarrollo desigual de Haití respecto a la Dominicana, convirtiéndose esta última en una zona más atractiva para una población como la haitiana, cuyo país opera como un factor de repulsión a medida que la pobreza va en aumento. 
   
 A esa situación se añaden los efectos provocados por la dinamización de la economía dominicana, cuya clase empresarial, pública y privada, como consecuencia de las leyes objetivas que mueven el mercado, prefiere emplear la mano de obra haitiana ilegal,  la cual al ser más vulnerable permite la maximización de las utilidades sobre la base del más bajo salario. Esas fuerzas e intereses económicos son factores materiales que impulsan el desorden migratorio y la escasa institucionalidad que impiden la puesta en marcha de todo un sistema institucional para el control migratorio.   
    
Por esas razones el problema migratorio resulta más complejo y grave, por lo cual tienen razón los que se pronunciaron en contra de la sentencia del TC, por inhumana e inefectiva, al enfocar el problema como un problema de nacionalidad, y procediendo a desnacionalizar a un grupo de dominicanos, tomados con odio y discriminación como víctimas y chivos expiatorios, como si ellos fueran los culpables de un desorden histórico más atribuibles a las autoridades dominicanas y haitianas, como también  a  los intereses a los que han obedecido desde siempre.     

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