martes, 6 de mayo de 2014

Feriado y violencia



Este feriado largo con motivo del Día del Trabajo, sirvió para una masiva movilización de la población hacia los lugares vacacionales tanto de playa como de montaña. La población estuvo disfrutando de los variados atractivos de que está dotada la naturaleza en la isla de Santo Domingo, además de dedicarse a los placeres de la vida en estos feriados largos.
   
No obstante, mientras la población se distrae con el turismo interno, la violencia se manifiesta con fuerza y crudeza, provocando en la ocasión una docena de muertes violentas, en gran parte provocadas por las actividades vinculadas al tráfico de droga y al sicariato. Esas actividades a su vez refuerzan la tendencia tradicional, en los órganos de represión de la delincuencia, de aplicar “la mano dura” cada vez más embrutecida para el combate de la criminalidad y la delincuencia. Los hechos violentos y de muertes ocurrieron en varios puntos de la geografía nacional, de modo que no hay sitio seguro en ninguna parte: la violencia arropa a todo el país. La gente parece condenada a tener que convivir con la inseguridad ciudadana, de modo que placer y crimen habrán de ser costumbres del quehacer nacional.
   
Evitar ese dilema parece imposible. Y es imposible mientras no se tenga un enfoque distinto de la criminalidad, enfoque del cual se deriven otras políticas de seguridad ciudadana que se conecten con reales y efectivas políticas del desarrollo nacional, que respondan a la necesidad de crear las condiciones económicas que abran oportunidades de vida para la juventud y la población, al tiempo que dichas políticas también fortalezcan una verdadera institucionalidad  con mayores posibilidades de fortalecer los procesos de control social interno generadores del “sentimiento de culpa”, y el control externo que “reprima” física y judicialmente las conductas desviadas de los actores sociales. En ausencia de esas orientaciones más racionales y civilizadas, una buena parte de la población se consuela con la aplicación de la “mano dura” para combatir el crimen y la delincuencia, y el resultado ha sido hasta ahora  que el crimen y la delincuencia no sólo van en aumento y diversificándose, sino que la misma población  se hace de la expectativa de que el problema irá en aumento. 
   
El combate de la criminalidad no será posible si esas inconductas no se enfocan desde la óptica del desarrollo socio-económico y desde el fortalecimiento de una institucionalidad que genere control social interno y externo, de forma que el individuo sienta ante el delito el sentimiento de “culpa”  y el “temor” a la represión legítima del Estado. Ambas condiciones se han desvanecido en la sociedad dominicana contemporánea como consecuencia de las transformaciones de la “modernidad” y por la vigencia de un modelo de gestión pública que en los últimas décadas ha fomentado la corrupción y la descomposición moral de la población y sobre todo de la clase política, la cual ha aceptado la confusión de la política como negocio y que la gobernabilidad es una condición que se compra con los recursos públicos, a través del clientelismo corruptor aplicado como estrategia para el éxito político.

¡Ante el crimen, reflexionemos más allá de la “mano dura”!

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