Ayer se celebró el Día de La Altagracia, día de fe cristiana que aglutina al pueblo dominicano en torno a la Madre Protectora del pueblo dominicano. Con ese motivo la Iglesia desplegó una serie de actividades en todo el país que tuvieron como punto de concentración la Basílica de Higüey. En ese lugar la feligresía dio testimonio de su fe y veneración por la Virgen, a quien consideran merecedora de todo tipo de promesas, a cambio de su intercesión que según la creencia se traduce en “milagros” en beneficio de sus devotos y familiares.
La fuerza de esa creencia ha sido tal y tan extendida que la influencia bienhechora de La Altagracia llega hasta el vecino Haití, integrando a su devoción a cientos de haitianos que también acuden a la Basílica en peregrinación para rendir tributo de fe a La Virgen de la Altagracia. Es decir que, aun respetando las diferencias soberanas de ambas naciones y ambos Estados, la Virgen de La Altagracia opera como un ente espiritual de unificación supranacional, donde se materializa la confraternidad, la igualdad y la paz entre los dos pueblos en el marco de la fe altagraciana.
Ese estado y espacio de convivencia religiosa de vuelta a la realidad ha de iluminarse por el reconocimiento de las diferencias culturales, étnicas e históricas sobre las cuales se edificaron dos naciones y dos Estados soberanos que han de reconocerse y respetarse como tales. Esa comprensión debe ser punto de partida para el establecimiento de leyes positivas y normas de convivencia e intercambio que aseguren unas sanas relaciones entre los dos pueblos. En tal sentido la idea de “la isla única e indivisible” para justificar un dominio de una nación sobre la otra o de unificar ambas naciones, constituye un despropósito desfasado y anti histórico, que sólo sirve para alimentar en ambas naciones el anti haitianismo y el anti dominicanismo y con ello la permanente tensión en las relaciones entre dominicanos y haitianos.
Sirva pues la fe Altagraciana como un punto de unión espiritual y armonizador entre haitianos y dominicanos para que se dé aquello de la “unidad en la diversidad”, en buen dominicano: “juntos pero no revueltos”.
Aniversario del PRD
La otra celebración es la del 75 aniversario del PRD, histórico instrumento partidario impulsor de la democracia pos Trujillo, que hoy pasa por una profunda división protagonizada por la facción que encabeza Miguel Vargas, apoyado por el poder fáctico y quien ha instaurarado un dominio autoritario y antidemocrático; y la otra facción que dice ser la mayoritaria y democrática, pero cuyo liderazgo no encuentra el camino de encarar el conflicto.
Esta a la vista que el criterio de la legitimidad democrática, criterio fundamento de la política moderna, indica como estrategia la movilización popular para mantener y conquistar la simpatía del “corazón del pueblo”, con lo cual no sólo enfrentaría con éxito al PRD oficialista, sino que crearía las condiciones materiales para enfrentar al grupo gobernante, cuyo dominio lo ha llevado a monopolizar todo el poder.
¡El camino es movilización popular democrática contra la legitimación fáctica!
miércoles, 22 de enero de 2014
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