viernes, 28 de septiembre de 2012

Como se elige un buen postulante ?

Juan Fernando Cordero
 
Desde los comienzos de la civilización se ha reflexionado acerca de las virtudes de los buenos gobernantes y de los políticos en general, pero, con la aparición del problema de seleccionar a los hombres para asumir el poder político mediante el voto de los ciudadanos comunes, surgieron los candidatos.

El candidato es el recurso más valioso para las campañas políticas; él es quien está al centro de la campaña; además es el asunto principal a partir del cual el elector juzgará la campaña; un candidato inadecuado puede provocar la pérdida de las elecciones y el desprestigio del partido por largo tiempo.

Pero el problema de evaluar las probidades de los postulantes que garanticen el mejor desempeño posible, se ha vuelto tan complejo como las propias tareas del Estado, de modo que ahora las integridades de un buen aspirante no son necesariamente las mismas de un buen mandatario, pues la capacidad de comunicación persuasiva, determinante para el éxito de una campaña, no es suficiente hacia el manejo competente del gobierno.

La teoría y la práctica se han encauzado hacia la búsqueda de los elementos públicos y privados del hombre político ideal, que certifiquen la confianza y la popularidad.

Éste debe representar un ser influyente, experimentado, pacífico, seguro de sí mismo, informado, calificado para el cargo, tener la habilidad de ganarse la simpatía de la gente, ser respetuoso de la religión.

Albergar un carácter fuerte, enérgico y al mismo tiempo buen sentido del humor, ser buen orador. Abierto a pactos con partidos o grupos. Estar dispuesto a defender la soberanía y la independencia. Gran capacidad de decisión. Tener formación universitaria, aunque no determinante.


Otros de los grandes atributos positivos de algunos peticionarios son, porte para delegar, hablar en público y responder a preguntas difíciles; buenas relaciones con la prensa; facilidad de solicitar contribuciones; orientación hacia el trabajo duro; físicamente en buena forma; volumen para el estudio rápido y práctica de hacer sentir cómoda a la gente.

En contraste, los principales atributos negativos de los candidatos son la aversión a recibir consejos, poseer un temperamento que responde fuertemente al más ligero estímulo, o sea, ser agresivo, dificultad para delegar, ser comedido y abrupto, enfocar problemas de todos tipos y confiar en los demás.

No ser experimentado, ser querellador, carecer de entrenamiento, ser deshonesto, estar mal informado, no tener calificación, ser insincero y conservador.

Sin embargo, todas las dignidades y defectos señalados para los candidatos, según los estudiosos, son culturales y contingentes a un determinada situación.

Asimismo, las características positivas y negativas al concretarse en una persona determinada forman un conjunto, en donde algunos rasgos se equilibran y otros sobresalen o nulifican a los demás, y es este acumulado el cual forma la personalidad o imagen pública de un candidato, pueda ser o no atractivo para el electorado.

De ahí la necesidad de la investigación de los elegidos en cada elección, porque no existe un modelo ideal para todas partes, todo tiempo y los electores; pese a que algunas cualidades, las deseables en cualquier persona, parezcan repetirse en el pensamiento de la mayoría del electorado en general.

Entonces cuando elegimos un candidato, en nuestras decisiones se mezclan conocimiento, razón, sensibilidad, valores, cálculos, azar...

Es el momento egregio de la política que no puede ser sustituido por ningún manual o consultor. Es también el momento de la libertad y la vida en toda su plenitud. Son los momentos en que hacemos historia.

En resumen creo que un buen candidato debe tener:

1- Una visión global de los problemas del pueblo.

2- Cercanía con la gente y capacidad de comunicarse afectivamente, demostrable con una limpia trayectoria de servicio público y con la leal adhesión de un equipo de trabajo.

3- Capacidad para obtener y administrar recursos eficientemente durante su campaña; en particular, de obtener fondos y respaldo desinteresado de muchos colaboradores.

4- Una definición precisa de sus electores, porque ningún candidato puede pretender darle el gusto a todos.

5- Aforo legal y técnica para redistribuir recursos y focalizarlos en los problemas más graves del pueblo: desigualdad social, desempleo, delincuencia, violencia intrafamiliar, marginalidad rural, estacionalidad de la economía, etc.

En conclusión: No deberíamos desperdiciar nuestro interés en candidatos que no puedan demostrar ninguna cabida de gestión, ya que estos nunca serán capaces de resolver los inconvenientes globales de nuestro pueblo, ni las penurias particulares de los ciudadanos.

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