lunes, 24 de septiembre de 2012

Pagar un servicio que se ofrece a medias

Por Felipe Mora


¿Cuántos kilovatios consumen los usuarios del servicio eléctrico en este país, que ellos mismos tengan que generar? A la  verdad, que eso nunca se sabrá, porque los tan frecuentes apagones en el suministro de las Edes hace que la compra de plantas de emergencia, inversores y baterías nunca deje de ser un buen negocio.
A nivel nacional, la energía producida usando plantas, baterías e inversores suma una buena cuantía, tomando en cuenta que en cada hogar de clase media, en la inmensa mayoría de los establecimientos comerciales e instituciones públicas y privadas se ha instalado al menos una unidad de esas mini generadoras de electricidad. Eso sin contar con quienes tienen paneles solares, que son una minoría.
Para poner un ejemplo sencillo. El sector Los Mina, en Santo Domingo Este, si se toman en cuenta todos los inversores instalados en viviendas familiares, deberá sumar para tener al menos una generadora con una producción por encima de los 50 mil kilovatios, para poner una cifra conservadora. Los Mina tiene una población que supera los 80 mil habitantes.
 Ni hablar de sumar entonces todos los inversores y plantas de emergencia en uso en el municipio Santo Domingo Este, el más poblado del país. ¿Y si se llegara a sumar la cantidad de inversores y plantas en manos particulares a nivel nacional? Probablemente que eso daría resultados por encima de los que maneja todo el sistema eléctrico que hay instalado.
 A todo eso hay que sumar que la inmensa mayoría de los usuarios (dejando fuera a los que incurren en fraude eléctrico) pagan religiosamente la factura que les llega, y que en un alto porcentaje están pagando un servicio que la mayor parte del tiempo estuvo fuera, ya sea por apagones programados o por supuestas averías.
 Los comerciantes de aquellas comunidades donde la energía eléctrica brilla cada día y noche por su ausencia se han visto en la necesidad de tener que adquirir unidades de autogeneración alternativas que la mayoría de las veces están muy por encima de la capacidad económica de sus negocios. Pero que, dada la precariedad del servicio del que son usuarios, se ven en la imperiosa necesidad de hacer esa inversión extra.
 Un dato que viene desde el 2006, pero que se sigue manejando a nivel oficial: Se estima que la capacidad instalada total de producción de energía es de 5,518 megawattios, y que la autogeneración representa alrededor 2,214 megawattios. Pero con los proyectos privados de generación de energía alternativa puestos en servicio en los últimos años, la capacidad está por encima de esas cifras.
 El pasado 21 de agosto, día que asumió las funciones de vicepresidente ejecutivo de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Rubén Bichara reveló que el sector eléctrico del país “atraviesa en estos momentos por una de sus peores crisis, con una deuda con los generadores de más de US$1,000 millones”.
Y se quejaba asimismo que esa deuda coloca al sector “en una posición sin precedentes en la historia del país”.
Una semana después, el propio Bichara anunció que, para pagar la deuda con las generadoras eléctricas, el Gobierno acudirá a la banca financiera nacional para colocar los 500 millones de dólares en bonos que fueron aprobados en el Presupuesto Complementario.
Algo que pende como la espada de Damocles sobre los usuarios del servicio eléctrico se relaciona con la posibilidad de que el acuerdo que firmarán las autoridades con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendrá entre sus condicionantes la erradicación del subsidio a la tarifa eléctrica.
 El presidente Danilo Medina, que dedicó un buen espacio al tema eléctrico en su discurso de juramentación hace un mes, deberá poner todo su empeño con tal de sacar a flote un sector que va umbilicalmente unido al desarrollo económico del país en todo el sentido de la palabra.

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