miércoles, 26 de septiembre de 2012

Sobreviviente partes 2.

POR LIC. PORFIRIO NUEL

Vivo, pero…
Mi cumpleaños se celebro en la habitación 707. Llevaron un pequeño biscocho y sodas para las enfermeras y mi familia que estaban acompañándome ese día 21 de marzo de 1991.
Yo solo veía por el día que regresaría a mi casa. Entro Abril y con ello mi salida del hospital. Los estragos en mi cuerpo estaban a la vista de todos. Solo pesaba 150 lbs! No tenía mucho pelo en mi cabeza y mi piel era una combinación de colores y moratones causados por las múltiples líneas conectadas en mis brazos, pelvis y piernas.
Una vez de alta, regrese de nuevo a mi hogar y al calor íntimo de mi familia. No existe nada igual que ese sentimiento interno de agradecimiento y de verme entre los míos de nuevo.
Pero la batalla apenas arrancaba. Volví de nuevo al hospital a la semana de estar en casa. Un sangramiento masivo me llevo a permanecer dentro del mismo por otras 2 semanas. Las transfusiones me salvaron la vida de nuevo! 
Decidí junto a mi esposa ir a la patria que me vio nacer. Me di cuenta que mis días estaban señalados y quise de una vez y por todas agradecerle a mi patrona, la virgen de la Altagracia, por el milagro de salir con vida del hospital.
Cuando el avión aterrizo en la terminal de Puerto Plata me recibió mi padre y casi toda mi familia que quedaba en el país.
Las lágrimas se desbordaron al igual que las emociones de todos los presentes, incluido mi amigo el Coronel Abreu, que en ese entonces era apenas mayor de la FAD.
Nadie se atrevía a fijar su vista en mi! Ese no era yo y mi estado en ese momento era de verdad todavía crítico. Llegamos a Santiago y de inmediato me vieron varios médicos amigos de la familia. Debía prepararme para el largo viaje a la Basílica de Higuey y eso podría ser mi ultimo viaje me advirtieron ellos.
Hicimos parada en el apartamento de mi cunado, el Lic. Pedro P. Cordero y de mi hermana Piedad. Ellos nos facilitaron la transportación a Higuey. Nos acompañó mi hija Flora y nuestro querido Guincho, el chofer de mi cunado.
La belleza de poder cumplir esa promesa no podría describirla en estas líneas. Solo sé que a partir de ese momento mi actitud hacia la vida cambio radicalmente y decidí vencer todas las dificultades que me tirara enfrente la misma.
La Virgen me dio las fuerzas y la entereza que necesitaba. A ella la alabo sin rubor! Solo Dios sabe cuando llegara ese momento pero al regresar de nuevo este ano a la basílica recordé que 20 anos no es nada! He sobrevivido mas de 20 anos y eso no todos lo que hemos pasado por este tipo de calvario podemos decirlo a boca llena!

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