jueves, 4 de abril de 2013

Editorial, Política y conveniencias


El preocupante caso de la Barrick Gold pone de manifiesto cómo la ausencia de la ética y los principios en la vida política, ha sido suplantada por el criterio de que “en política se hace lo que conviene”, lo cual  ha llevado al país a ser una presa fácil de los intereses multinacionales ligados a la inversión extranjera que pulula por el mundo, auspiciada por la estrategia de la globalización que impulsa el “capitalismo salvaje”.
    
Obedeciendo a esa doble lógica perversa, la del capitalismo salvaje que se resume en la “maximización de los beneficios” y la del atraso criollo de las “conveniencias”, el expresidente Fernández justificó, con la elegancia verbal que le es propia, el contrato del Estado con la minera multinacional Barrick Gold, contrato que él consideró como un ejemplo “modélico” que además de los buenos beneficios financieros, económicos y ambientales, contribuiría a elevar considerablemente el Producto Interno Bruto del país, al tiempo de estimular la inversión extranjera.
    
Ese nivel de bondad de ajuste del contrato, con el cambio de gobernante, se ha derrumbado, demostrándose ahora que el mismo constituye la más eficiente explotación para enajenar el patrimonio natural de la Nación, al otorgársele a favor del capital extranjero ventajas que le permiten que de cada 100 dólares de oro exportado, la Barrick se quede con 97 y al país le toquen sólo 3, en los años que la empresa dure hasta que llegue a recuperar la inversión contabilizada y alcance el 10% de tasa de retorno. Esa situación develada por el Presidente Medina ha elevado el ánimo patriótico de “mansos y cimarrones” que ahora por fin han entendido que el contrato es sólo una criatura espejo en el que se refleja el nuevo “colonialismo” hijo del espíritu del “capitalismo salvaje” y de la corrupción consecuente con el cálculo de las “conveniencias”.

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