En días en que hacer lo correcto es ser diferente, se hace necesario que sigamos levantando la voz y sumándonos en la promoción de los valores que nos distinguen como seres humanos.
Que todos empecemos a tomar conciencia real del camino que estamos transitando y del lugar hacia donde nos dirigimos, se hace más que necesario.
Creo realmente que no hemos tocado fondo, pero nos encaminamos hacia un hoyo, en muchas ocasiones sin frenos, que, al llegar al final, nos puede dañar mucho más de lo que lo imaginamos, pues no terminamos de entender que las acciones de cada uno, pequeñas o grandes, se suman en el costal que nos toca cargar como sociedad.
He escuchado que algunos piensan que decir una “mentira blanca” delante de un niño no es nada del otro mundo y he visto cómo el más pulcramente vestido y montado en el automóvil más caro saca su mano y tira la basura a la acera o la calle por la que transita; sin entender que las acciones que repetimos constantemente, por comodidad o ignorancia (por tratarlos con gentileza), se hacen hábitos, y los hábitos al crecer son muy difíciles de quitar, porque fuimos creando esas conductas a lo largo de nuestra vida... Y ahí nos llega, como por arte de magia, la palabra “ejemplo”.
Sigo sin desmayar, llamando la atención sobre la sociedad que estamos construyendo y los hábitos que damos por válidos. Empecemos en casa y sumemos, granito a granito, las acciones correctas. No nos demos por vencidos.
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