La institucionalidad, es cuando en un país la práctica de las leyes son para hacer justicia.
Del mismo modo, la institucionalidad comienza cuando existen los referentes mediante una actitud justa del presidente de la república y de los que están en las altas Cortes para cumplir con su deber y nunca incurrir en la ilegitimidad ante los actos bochornosos que puedan cometer algunos pasando por encima de la ley, aprovechando las posiciones y las coyunturas políticas de forma sutil, vil y degradante para apropiarse de bienes que son Estado (de todos los dominicanos y dominicanas).
La institucionalidad es cuando el producto de un conjunto de acciones se socializa para escuchar los reclamos del pueblo y se toman las decisiones correctas apegadas única y exclusivamente a las leyes, sobre todo si están en juego los recursos del Estado.
Por eso hago referencia a Piu Daeza, “lo institucional supone un proceso sistemático de consolidación (permanencia y uniformidad) de conductas e ideas a través de medios e instrumentos (organizaciones y normas) para alcanzar un fin social, cuya expresión práctica se asimila como valores”.
Institucionalidad es, otra vez la medida que tomó el presidente de la república con respecto a Bahía de las Águilas, este es un mensaje claro para la sociedad, los jueces y para los que tienen en sus manos títulos que han tenido un rechazo social hasta tanto se compruebe su legitimidad.
La frase de Teresa Rojas cabe perfectamente dentro de estas palabras “la historia se asemeja pero, no se repite” y este caso estamos viendo un presidente de carácter a simple vista dócil ante grupos de poder que se imponen y han logrado avanzar en sus ambiciones sin embargo como decía mi abuela: “la pava no pone donde ponía”.
Como dije meses atrás el esfuerzo debe ser mayor que las promesas y ante lo injusto, la mano implacable y las decisiones firmes del presidente.
Siempre serán aplaudidas acciones como estas, señor presidente.
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