jueves, 11 de abril de 2013

Violencia conyugal hacia la Mujer, un presente que nunca termina

Ana Bertha Pérez,.

Día a día  los medios ofrecen informaciones nuevas sobre la situación del país y el mundo,  pero hay una noticia que a cada momento gana más espacio en los noticiarios y que lamentablemente a cada instante invita a un funeral a más familias. La Violencia conyugal cada vez amplía el porcentaje de casos, con historias alarmantes y desgarradoras, mientras un sin número de movimientos y organizaciones hacen llamados para que cese la violencia.
    
Sin embargo es preciso preguntarse dónde realmente está el problema y evaluar la situación partiendo de los resultados, verificando si los esfuerzos que se han hecho para combatir los hechos de Violencia están bien dirigidos.
    
Es oportuno preguntarse si hacer un llamado a los que practican la violencia es suficiente para combatir el mal. En los innumerables acontecimientos que vemos a diario, de maltrato a la mujer, esas mujeres abusadas están bien cerca y conocen su agresor, sin embargo ellas no pueden sensibilizar su atacante ni con palabras ni con estrategias. Si ellas no pueden lograr calmar en su momento o concientizar al agresor ¿un extraño puede hacerlo con un llamado? No lo creo, no basta con eso. 
    
 La realidad es que las mujeres que son agredidas por su pareja no encuentran tan fácilmente la salida a su problema, se ven envueltas en situaciones difíciles de manejar. Dentro de tantos casos están las que exponen convencidas que por los hijos y por salvar su matrimonio no abandonan su marido que le maltrata y que luego retorna ¨Arrepentido¨ diciendo que ama su mujer y aún más, asegurando que el hecho cometido fue por un momento de arranque pero que no volverá a pasar. En muchos de estos casos de maltrato la mujer vive prisionera en su hogar, donde no puede hablar con nadie ni salir sin el agresor.
    
Son muchas las razones por las que un hombre se escuda para golpear y agredir verbal y físicamente su pareja, entre ellas, la vivencia, ya sea directa o indirectamente de maltratos en su infancia, también pudo haber tenido mucha permisividad en su niñez con el acceso a video-juegos violentos, películas y demás fuentes de violencia. En los casos más comunes, los que fueron acostumbrados por sus padres a ser ellos los que le pegaban a sus hermanitas menores y la otrora pero permanente costumbre de vivencia de machismo en el hogar.    
    
Entre las tantas creencias que exteriorizan las mujeres agredidas están las que confunden los celos con amor, dejan de ser ellas mismas para seguir las directrices del patrón que moldea su vida. Ellas por vergüenza y miedo callan para no afectar o involucrar a otros con su problema; cuando despiertan a la realidad, en la mayoría de los casos, ya es tarde.
    
La Violencia es causante de suicidios, baja autoestima, trastornos de la salud mental, entre otros males, y lamentablemente la Violencia Conyugal sale a la luz cuando ya es inevitable ocultarlo entre las cuatro paredes del hogar o cuando no hay remedio y se suma una víctima.
    
No hay mejor medida para la violencia que prevenirla, con métodos prácticos a largo y corto plazo, como la educación en el hogar y la escuela, con orientaciones. Violencia es conducta inadecuada, indisciplina, es humillar, rechazar, lesionar, amenazar. Un niño, adolescente bien formado, educado, respetuoso de las niñas de su entorno, lo más probable será un hombre con las mismas características, sin embargo no es un rol que solo lo deben jugar los padres, también la escuela, y la sociedad a la vez son responsables de los frutos de sus masas.    

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