Se cumplieron 46 años del atentado contra el general Antonio Imbert Barrera, ocurrido un martes de Semana Santa, en la avenida Pedro Henríquez Ureña, y todavía el caso permanece en la impunidad.
Durante las investigaciones y apresamientos de civiles y militares no se encontró a los actores intelectuales y materiales del hecho. Entre las personas interrogadas figuran Luis Ruiz Trujillo, sobrino del dictador Rafael L. Trujillo, quien a pesar de su octogenaria edad labora en Constructora Bisonó. También el general y exjefe de la Policía Caonabo Fernández y Salomón Sanz, ambos fallecidos.
Como expresión de repulsa al acto criminal, el presidente Joaquín Balaguer, que llevaba poco menos de nueve meses en el poder, designó en la secretaría de Interior y Policía al otro superviviente del ajusticiamiento de Trujillo, el señor Luis Amiama Tió, a quien otorgó facultad para que hiciera las investigaciones correspondientes y estableciera responsabilidades del caso.
Sin embargo, frente a las dificultades y evidente resistencia del alto mando militar y de colaboradores de Balaguer, un mes después del hecho, Amiama Tió presentó renuncia irrevocable al cargo “por los inconvenientes hallados para desempeñar mis deberes con la responsabilidad que resiste esta elevada función”. En su lugar fue nombrado el licenciado Carlos Goico Morales.
En una carta de 16 párrafos el héroe del 30 de Mayo revela al gobernante que “el jefe de la Policía, general Ramón A. Soto Echavarría, no me envió copia del interrogatorio hecho a un raso de la institución en relación con el atentado”.
Esta afirmación de Amiama Tió fue desmentida por algunos jefes militares de la época.
En sus memorias sobre la Era de Trujillo, páginas 276 y siguientes, Balaguer habla de sus tímidas relaciones con Imbert Barrera desde la muerte de Trujillo hasta que asumió el poder en julio de 1966.
“Nuestra divergencia surgió cuando me vi precisado a prohibir sus visitas a los cuarteles militares, para evitar especulaciones a las que ese hecho daba lugar, en tiempo en que todavía las instituciones militares no habían adquirido la estabilidad deseada”, expresa.
En otra parte de las memorias, páginas 271 y 272, Balaguer afirma que “el atentado contra Imbert Barrera no pudo ser esclarecido, pese a los esfuerzos que hice para lograrlo, y es probable que sus autores formen parte aún de algunos de los cuerpos armados de la República.
Una de las cosas más difíciles para un gobernante en países como República Dominicana es la de vencer la resistencia de los miembros de las instituciones castrenses que tienden a encubrirse los unos a los otros y en todo momento dan muestras de una impresionante solidaridad, cuando se trata de poner en claro la responsabilidad de algunos de ellos en actividades delictuosas”.
El atentado contra Imbert Barrera fue perpetrado cuando transitaba de oeste a este junto a uno de sus ayudantes, el exmayor del Ejército, Marino García, por la calle Pedro Henríquez Ureña, próximo a la César Nicolás Penson y Alma Mater, el 21 de marzo de 1967, un Martes Santo. Ambos heridos fueron conducidos a la clínica Internacional, donde acudieron familiares y amigos del general, incluidos los comandantes de la revuelta de abril, Evelio Hernández, Arturo Pujols y Barahona, del grupo que le fue antagónico en la contienda.
En el lugar quedaron dispersos casquillos de fusiles automáticos norteamericanos de los denominados M-16, R-16 y Fal.
El carro del general era un vehículo placa oficial 39, que recibió los impactos de 24 proyectiles en la parte delantera y en el lado izquierdo. El vidrio quedó destrozado.
No se pudo determinar el automóvil ni sus ocupantes debido a la velocidad con que se desplazaban los agresores.
UN APUNTE
Recompensa
Balaguer ofreció 25 mil pesos de recompensa a la persona que ofreciera información que condujera al esclarecimiento del hecho. Luego nombró a Imbert Barrera presidente de la Corporación que construyó las presas de Sabana Yegua, Hatillo y Rincón. Al salir del poder en 1978 el gobernante dejó a su responsabilidad 657 millones que costarían las tres grandes obras.
El dato
Secretario FFAA
El 8 de octubre de 1986, el entonces presidente Joaquín Balaguer designa a Imbert Barrera como secretario de las Fuerzas Armadas, con rango transitorio de teniente general. Imbert Barrera sustituyó en el cargo al también teniente general Elías Wessin y Wessin, quien pasó a ser inspector general al servicio del presidente del Poder Ejecutivo.
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