jueves, 23 de mayo de 2013

Lo que duele


Duele en el fondo del alma saber que el pueblo dominicano pagó a los generadores eléctricos durante el 2012 y lo que va de éste, a través de la CDEEE, la suma de 80 mil millones de pesos o su equivalente de 2 mil millones de dólares. Esa cuantía de recursos se consume injusta e ineficientemente para mantener un sistema eléctrico en el que sólo ganan y mucho los generadores. Y por eso el sistema no puede funcionar porque las condiciones y privilegios concedidos a los generadores a través de la capitalización, dio lugar a una casta empresarial convertida en un nefasto poder fáctico que obstaculiza toda solución racional al problema eléctrico.
    
Precisamente, un informe de las multilaterales  denunció hace unos dos años que ese poder fáctico y los intereses creados, ha bloqueado y saboteado la implementación de aquellas iniciativas oficiales y privadas que se han propuesto modificar la matriz de generación con plantas menos onerosas.  Esa matriz  junto a ciertas condiciones en los “contratos de dominación eléctrica” , como la famosa “orden al merito” y la “indexación”,  determinan un sobre costo de unos cuatro  a cinco centavos de dólar por kilo de electricidad, con lo cual logran  a su favor un “subsidio” del Estado de unos 500 millones de dólares anuales, que supera en más de cuatro veces el subsidio por causa del estigmatizado “robo eléctrico.” 
    
Por eso duele saber también que los representantes de los generadores tengan el descaro público de salir a criticar al gobierno por su reciente decisión de invertir en la instalación de plantas de bajo costo, con la intención de modificar la matriz eléctrica y abaratar el costo de generación.  Ese grito contra el gobierno es por mantener las condiciones actuales que castigan a la población y que hacen inviable financieramente al sistema eléctrico. Gritan porque se mantengan esos privilegios colonialistas,logrados fuera del “libre mercado” y que son los que impiden la solución del grave problema eléctrico y al igual que los “capitalistas salvajes” de la Barrick Gold, los generadores detestan la presencia del Estado por considerarla una amenaza a “la inversión privada” y un atentado a la “seguridad jurídica” del nuevo colonialismo, cuando de lo que se trata es de aliviar la gran estafa.

Indignan e irritan

Por esas razones duele que esta casta empresarial colonialista, desviada del espíritu emprendedor del verdadero empresario capitalista schumpeteriano, se burle de la gente e insista en la falacia de que el verdadero hoyo del sistema eléctrico está en las pérdidas técnicas y el robo, al tiempo de rechazar la intervención del Estado bajo el pretexto de que la inversión  privada se desalienta. La privatización que le dio origen a esa casta de “empresarios salvajes” ha sido la peor estafa al país, dando lugar a un conglomerado empresarial cuya rentabilidad supera el mínimo del 60% anual en dólares, lo que ha permitido una repatriación brutal de capitales de más de 8 mil millones de dólares, al tiempo de sabotear la solución del problema eléctrico. 

¡Qué no hablen los generadores: irritan e indignan!     

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