sábado, 18 de mayo de 2013

Por el agricultor llegan los alimentos a tu mesa


Juan Núñez Collado
El miércoles pasado 15 de mayo se celebró el Día del Agricultor.

Los agricultores tenemos el honor de tener como nuestro santo patrón a San Isidro Labrador, un humilde jornalero español que se ganaba su sustento con una yunta de bueyes trabajando para un  hacendado de la ciudad de Madrid, capital de España.
    
Por la historia sabemos que España ha tenido muchos hijos brillantes en todas las ramas del saber, sin embargo tiene como patrón de su capital Madrid a un humilde agricultor que sobresalió por la práctica extraordinaria de las virtudes cardinales de la fe, la esperanza y la caridad.
    
Una vez más  este hecho nos enseña que creer, practicar y vivir de acuerdo a las normas, valores y principios trascendentes vale la pena, porque tal como nos lo enseña el libro de la Sabiduría: “Los justos crecerán como crecen las palmas a la orilla de los ríos y canales, con toda frondosidad y darán frutos abundantes”.
    
¡Qué engañados están los que actúan a la luz de la mera conveniencia del momento! Pasarán por la vida sin saber que pasaron. Serán recordados en la lista de los despreciables por la Historia como juez inexorable.
    
En la sociedad dominicana se trata con mucho desprecio e irrespeto a los humildes agricultores campesinos, a tal punto que cuando se quiere insultar o menospreciar a alguien se le dice: “Ese es un campesino”. Sin embargo, del campo han salido los hombres que más han aportado al avance de la humanidad en el campo de la libertad y de los grandes valores.
   
 Así vemos que Abraham Lincoln era hijo de un humilde leñador y fue el que abolió la esclavitud en los Estados Unidos.
    
Más recientemente el Papa Juan XXIII fue de origen campesino y sabemos que este Papa, con el sobrenombre de “Juan el Bueno”, con la apertura del Concilio Vaticano influyó más en la adaptación de la Iglesia a los tiempos modernos que todos los Papas del pasado.
    
Como hombre de campo con un gran desarrollo del sentido común,  cayó en la cuenta que era una falta de respeto elemental que la misa se celebrara de espalda al pueblo y en un idioma que el pueblo no entendía, como es el latín, que le llaman una lengua muerta porque no se habla en ningún país de hoy.
    
Yo abrigo la esperanza de que el Lic. Danilo Medina, nuestro Presidente, por ser de origen campesino, mantenga su sentido de identidad con el campo y revitalice la agricultura para que podamos rescatar ese pequeño 35% de nuestra población, que a pesar del abandono total por los gobiernos pasados todavía mal vive en el campo y gracias a ese segmento de hombres y mujeres fieles a su origen llegan los alimentos a tu mesa.
    
El Papa campesino Juan XXIII en su Encíclica: “Mater it Magistra” de 1961, hizo un llamado a los  gobiernos  de todo el mundo, pero en especial para los países menos desarrollados, para que llevaran “la ciudad al campo a fin de que los campesinos no tuvieran que emigrar a la ciudad buscando mejor calidad de vida”.
   
 Desafortunadamente este llamado cayó en el vacío.
    
Como una consecuencia de no tener políticas claras y definidas orientadas a invertir en el campo para mejorar la condición de vida de los agricultores, éstos se han visto forzados a emigrar para engrosar los grandes cordones de miseria, donde no sólo no han mejorado su calidad de vida, sino que han cambiado los valores del respeto mutuo, la solidaridad, el santo temor de Dios y otros valores familiares para incorporarse para poder sobrevivir a una sub-cultura del tigueraje,  que es lo que prevalece en las ciudades, desde las más altas instancias del ejercicio del poder hasta el ciudadano de a pie que atraca y roba al doblar de cualquier esquina.
    
Si queremos revertir ese proceso hay que invertir más recursos en el campo en la construcción de villas rurales que tengan todos los servicios básicos de agua, luz, calles bien asfaltadas, su clínica bien equipada y centro de recreación.
    
Si no hacemos esto a la mayor brevedad posible, muy pronto no tendremos manos dominicanas que produzcan alimentos y llegaremos a una dependencia total de la mano de obra haitiana.
    
Sr. Presidente, es estratégico invertir en el campo, hágalo sin dilación sembrando el 50% de nuestro oro en el campo dominicano.

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