jueves, 9 de mayo de 2013

Los líderes ambiciosos de poder y riqueza: sus lecciones

Por Venecia Joaquín

Educar es una tarea delicada. Es determinante en el comportamiento futuro de los hijos y la sociedad. Ellos aprenden no sólo  del marco teórico, conceptual, sino  también de las actitudes y acciones de los progenitores y líderes. De ahí la importancia de que los dirigentes estén consciente de que son educadores en masa. Deben actuar en base a firmes principios morales y cívicos, que  sirvan  de parámetros, que  enseñen a no  perderse dentro del complejo mundo de variadas fuentes de aprendizaje y tentaciones. 
    
La idea es formar la población con una personalidad fuerte, insobornable, honesta, generosa, flexible, que contribuya al desarrollo armónico e integral de la nación. Que los ciudadanos aprendan a cuidar y  buscar, sin aturdirse, el alma,  la esencia del ser humano  y de su patria, en cualquier escenario. “ El  hombre mas feliz, no tenia camisa”.
    
Me surgen estas reflexiones por los ejemplos que veo en algunos líderes nacionales. No están consciente de su rol de educador o no le importa la sociedad. No concibo su afán de poder y riquezas, por encima del bien común. Con posiciones psico rígidas y dictatoriales, deforman y neutralizan el esfuerzo de los que pretenden dar  lecciones de progreso colectivo.
   
 La población está inundada de inseguridad, miseria y corrupción. De algunos de sus líderes solo está recibiendo ráfagas amenazantes  de prepotencia, soberbia,  que pretenden amedrentarla, humillarla y ponerla de rodilla  sin que tomen  en cuenta sus íntimos deseos y reales necesidades.         

Las  acciones inflexibles de estos líderes, deben revisarse. Son esclavos de su ambición. 
    
Para demostrar su poder, siembran  antivalores, abofetean la democracia, dividen familias e instituciones.         

¡Destruyen la sociedad!!. Algunos se  presentan como  palomas y elegantemente se blindan, otros como fieras o perros bulldog, dispuestos  a atacar, “sin dar el brazo a torcer”. No les importa que  lluevan los mensajes negativos y se hunda la nación.

Siento un profundo desprecio por ellos y los medios de comunicación que a cambio de dinero los apoyan.. ¡Qué falta hace Don Rafael Herrera!.        

 También  duele ver  iglesias complacientes,  que por razones mercantiles, por temor a perder el favor de estas ovejas descarriadas, son indiferentes al verlas apartarse de los principios cristianos para llenar su Ego, disfrutando al exhibir  fuerzas que le quitan la libertad y el pan a dominicanos.
   
 Olvidan que la vida es una, corta, que termina. Que nada nos llevamos. Se pierden de su verdadero encanto, de la paz interior y  la satisfacción de ayudar y compartir con los demás. 
    
Un líder inteligente se ocupa de  sembrar para producir frutos saludables para todos,  ayudar la nación a vivir en armonía, tranquila, feliz y hacer de la tierra un bello vergel. Solo así puede ganar la  confianza de la gente. De lo contrario da asco, cosecha hipocresía y avergüenza su familia.
    
Me apena que existan tantos líderes y  padres de familias  acomplejados, capaces de descargar en la sociedad sus frustraciones  y odios, mientras pretenden fortalecer su débil personalidad y llenar los vacíos de su formación,  con riquezas materiales  y poder.  
    
Ojalá las iglesias, en lugar de verlos como fuentes de ingresos,  los observaran como hijos de Dios que necesitan  de su ayuda para darle  sosiego al alma,  ocuparse de enviar mensajes saludables a la juventud y actuar  a favor de la justicia social. 
    
¡Qué falta hacen líderes desinteresados que se ocupen del bien común,  en lugar de megalómanos que solo piensan en sí mismo!

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