lunes, 5 de noviembre de 2012

Pesados muros contienen el ascenso de una “tercera fuerza”

POR NICANOR LEYBA


Por más que se diagnostica la crisis del sistema de partidos en República Dominicana, todas las alternativas que buscan el favor de la población terminan en fracasos electorales. Las cuatro organizaciones emergentes que llevaron candidaturas propias en las presidenciales de 2012 apenas lograron sumar el 1.73% de los votos. Los cientistas hurgan entre las razones del retraso de ese relevo, pero ni siquiera hay consenso en que las condiciones propicias están dadas. 
Varios políticos aspiraron a la Presidencia sin éxito.

El modelo del sistema político (…) está llegando al final de un ciclo, cuya manifestación más clara en este momento es la situación económica”. Guillermo Cifuentes
El actual sistema político dominicano no satisface –como lo revelan las crecientes demandas sociales insatisfechas y la abstención promedio de 30% de los electores registrados en cada proceso comicial–, pero tampoco convencen las opciones de relevo, persistentes en sus frustrados esfuerzos por encarnar una “tercera fuerza” electoral.
“Todos los intentos realizados no han logrado enamorar a esta población descontenta. Hay que revisar qué hacemos y cómo lo hacemos, quienes estamos queriendo construir esta alternativa que no llega a fraguar”, reconoce la diputada Guadalupe Valdez, dirigente de la Alianza por la Democracia (APD), el colectivo que alcanzó el menor porcentaje en las elecciones presidenciales de este año, un 0.11%.
Una legislación electoral que propicia la competencia desigual y un sistema de clientelismo que demanda inversiones de recursos que sólo manejan quienes han dirigido al Estado pesan, por un lado, para impedir el ascenso de un movimiento transformador como los que han surgido en muchos países latinoamericanos. Por el otro, también cuentan las erráticas estrategias de los grupos alternativos, la dispersión de la izquierda política, los proyectos concebidos al margen del pueblo y la existencia de grupos críticos ajenos a las iniciativas electorales.
Esta enumeración de razones surge de los puntos de vista de un grupo de analistas y dirigentes políticos.
Julián Valdés, director del Observatorio Político Dominicano, comienza la lista con las leyes electorales, como aquella que rige la distribución de la contribución estatal a los partidos políticos y que privilegia a los mayoritarios (80% se distribuye entre los que obtienen el 5% de los votos y el restante 20% va en partes iguales para todos los reconocidos).
En segundo lugar, critica las estrategias de las fuerzas que hasta el momento han pretendido desplazar del poder a la trilogía de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Revolucionario Dominicano (PRD) y Reformista Social Cristiano (PRSC), sin plantearse en ascenso progresivo de largo plazo.
“Un individuo quiere llegar de una posición, a veces desde una función en el Estado de segunda o tercera categoría, a formar un partido y luego ser candidato presidencial”, resalta. “Con una estrategia de ir ganando espacios, en la Cámara de Diputados, en el Senado, en los Municipios, uno podría hasta ponerle fecha (al relevo), pero al no existir esa estrategia, todo depende de una coyuntura. Yo no creo que nadie puede decir cuándo”.
La diputada Valdez plantea que ha faltado reconocer al pueblo como el sujeto del cambio y protagonista de los emprendimientos político-electorales. “Muchas veces hemos trabajado a la inversa, dedicando enormes esfuerzos para que el pueblo se sienta identificado con determinado dirigente. Creo que esta manera de hacer política vertical de arriba hacia abajo es lo que nos ha impedido conformar una fuerza alternativa creíble y vigorosa”.
Disiente. Para Haroldo Dilla, que no espera que ocurra ese tan sonado desplazamiento, el relevo ya se produjo tras la muerte de los tres grandes caudillos: Juan Bosch, del PLD; Joaquín Balaguer, del PRSC, y José Francisco Peña Gómez, del PRD.Según el sociólogo cubano residente en Santo Domingo, la derecha está bien posicionada en el PLD, aliado con los poderes fácticos –la milicia, la Iglesia Católica, la derecha tradicional y Estados Unidos.
“Y lo que podemos llamar un centro de corte populista que es el PRD está en su peor momento. Si MVM (Miguel Vargas Maldonado) se hiciera del PRD, ello sería una opción interesante, pues acercaría al escenario político más a la derecha, pero dejaría vacíos los espacios del centro y centro izquierda”, apunta.
Como colofón, la izquierda política se presenta fragmentada con resultados que en su conjunto no suman el 2% de los votos, agrega Dilla, basado en los comicios de este año.
En su concepción, para que surja un cambio proveniente de alguna fuerza hasta ahora marginal o desconocida, tendrían que darse varios escenarios.
Tendría que ocurrir que lo que denomina “la izquierda social” (ambientalista, comunitario, feminista y de defensa a los derechos de los homosexuales y transexuales) trascienda de una estrategia de construcción del nuevo poder “muy revolucionaria, pero que toma mucho tiempo” a otra de toma del poder mediante los medios político electorales; o que la clase media liberal se proponga organizarse políticamente para dar lugar a un partido neoliberal ubicado a la izquierda democrática.
Por otro lado, falta que surjan divisiones cruciales en los partidos mayoritarios, lo cual “pudiera estar sucediendo en el PRD y sucederá en el PLD cuando LF (Leonel Fernández) retorne por su ‘botín político’”.
Los precedentes. Las experiencias de otros países son ricas y diversas en cuanto a los orígenes de las nuevas opciones, a veces con líderes llegados de otras esferas públicas. Julián Valdés cita las “infelices” experiencias del ex sacerdote Jean Bertrand Aristide, en Haití; del obispo Fernando Lugo, en Paraguay, y otras más venturosas, como la del militar retirado Hugo Chávez, que acaba de ganar otras elecciones en Venezuela.
Hay vivencias mucho más traumáticas, como la del ex rector universitario Alberto Fujimori, que en 1990 ganó las elecciones con el recién creado movimiento Cambio 90, para suceder en medio de una profunda crisis económica al ex presidente Alan García. Su rival en segunda vuelta fue el escritor Mario Vargas Llosa. Luego de un autogolpe que disolvió el Congreso y de dos reelecciones, Fujimori se vio obligado a dimitir en 2000, debido a un gran escándalo de corrupción.
En el plano local, el Ayuntamiento del Distrito Nacional cuenta con la experiencia de tres alcaldes llegados desde la farándula, Rafael Corporán de los Santos, Johnny Ventura y Roberto Salcedo, aunque sobre las plataformas de los tradicionales PRSC, PRD y PLD, respectivamente.
A partir de los 90s el filósofo y académico colombiano Antana Mockus se hizo popular por relanzar y modernizar a Bogotá, como alcalde de esa capital sudamericana, y por las frecuentes excentricidades de este político independiente. Pero tal prestigio y notoriedad no le alcanzaron para llegar a la Presidencia en las dos ocasiones en que lo procuró.
En Panamá, al cantautor Rubén Blades, su fama como salsero, compositor y actor de Hollywood, y sus inquietudes políticas lo han promovido a puestos de gobierno por designación, pero no así a la Presidencia, lo que sí logró el cantante haitiano Michel Martelly, actual presidente de Haití.
En la contienda en la que triunfó Martelly, en un país sin fuertes instituciones políticas, también aspiró a la Presidencia, desde la diáspora, el popular rapero Wyclef Jean.
En República Dominicana resultaría más difícil el crossover. Todos los estudios del Latino-barómetro y del Barómetro de Las Américas ubican al país entre los más conservadores, recuerda Valdés, del Observatorio Político, adscrito a la Fundación Global, Democracia y Desarrollo. “Entonces, el conservador no se arriesga a buscar extrasistema (…) La referencia de los dominicanos son todavía los partidos políticos, como canales para para llegar al poder”, agrega.
No obstante, ve que se consolidará el liderazgo de figuras, por encima de las organizaciones, aunque con el apoyo de ellas.
Guillermo Cifuentes resalta que en América Latina los agentes democratizadores han sido los movimientos populares, como ocurre en Chile, donde miles de estudiantes se manifiestan desde hace un año en las calles, con la exigencia de mejoras para la educación pública. Admite, no obstante, que las organizaciones sociales y los sindicatos en el país lucen muy débiles.
Cifuentes y Valdés entienden que el tema en el país no es de izquierda o de derecha, una discusión que los cientistas están reconsiderando porque ambas concepciones han perdido delimitación, al menos en Latinoamérica.
Otro intento fallido. El arranque del Siglo XXI no ha sido promisorio para las agrupaciones emergentes, alternativas o, simplemente, pequeñas. (No todos los grupos minoritarios son emergentes, ni siempre presentan propuestas y métodos alternativos). Desde las elecciones presidenciales de 2000 hasta las de este año, el más persistente ha sido Eduardo Estrella, quien en 2004 fue candidato del tradicional PRSC, cuatro años más tarde había levantado su propia organización, Dominicanos por el Cambio (DxC), pero participó en la boleta del también emergente Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), y que este año se presentó otra vez, ahora con el DxC.
Ya para muchos cayó en el olvido que el fenecido jurista César Estrella Sadhalá acudió como candidato en las presidenciales de 2000 con el movimiento UNIDO, luego de haber robustecido su prestigio tras organizar en 1996 unas elecciones consideradas ejemplares, porque rompían con una cadena de denuncias de fraudes y crisis electorales en los comicios dominicanos; o que el guardia retirado y ex jefe policial Pedro de Jesús Candelier Tejada se lanzó con más penas que glorias por el Partido Alianza Popular en 2008, antes de resultar absorbido por el PRD y esfumarse de la esfera de la opinión pública.
Con muy bajos desempeños electorales, estas fuerzas políticas pequeñas, cuando no se alían a una grande, quedan fuera de la administración del Estado. Como fruto de su última alianza con el PLD, la APD cuenta con la diputación de Valdez, que se hace sentir como voz disidente en muchos proyectos de alta sensibilidad social y, al igual que DxC y el Frente Amplio, antiguo MIUCA, conserva su reconocimiento por algunos cargos municipales dispersos.
Tras morder el polvo de la derrota, las cuatro organizaciones con candidatos propios en este 2012 emprenden acciones para levantar cabeza y volver a la pelea.
DxC celebró recientemente su primer congreso, en busca de la “Ruta hacia la victoria”, del que emanaron los planes de acción, además de mantener abierto el proceso de inscripción de nuevos miembros, informa el partido.
Alianza País (Alpaís), que perdió personería jurídica, porque además de no alcanzar el 2% de los votos no tiene ningún representante en el Congreso ni ningún ayuntamiento, se concentra en la campaña de recolección de firmas para recuperar el reconocimiento ante la Junta Central Electoral. Fue, no obstante, el más votado de los que participaron al margen de los tradicionales, con 1.3% de los votos.
La APD está inmersa en un proceso de reflexión, tanto sobre sus pobres resultados electorales, como del escenario político actual, informa Valdez. Cree que falta aun mucho tiempo para prever los escenarios de 2016, pero considera “que una organización que quiere contribuir a los cambios y transformaciones no puede hacerlo sola, tiene que establecer alianzas con otras organizaciones sociales y políticas, las cuales deben basarse en propuestas programáticas, en negociaciones de principios, por el bien común”.
El diagnóstico. La discusión de la “tercera fuerza” parte del supuesto de que los tres grandes partidos que han gobernado en los últimos 50 años han llegado a un punto de crisis que amenaza su hegemonía. A pesar de que dominan casi en su totalidad el Ejecutivo, el Congreso, los ayuntamientos, las altas cortes judiciales y los organismos de control estatal, sus gestiones generan constantes y crecientes descontentos en la población.
Además, las experiencias de otros países de Latinoamérica sugieren, por asociación comparativa, que en República Dominicana llegó la hora de que se produzca ese desplazamiento.
Muchos de esos gobiernos de fuerzas alternativas en América Latina, impulsados por coaliciones de grupos minoritarios han cambiado de inmediato el orden constitucional, para transformar el órgano legislativo por lo general hacia un congreso unicameral y modificar la relación entre el Estado y el mercado. Entre los cambios más emblemáticos de esta línea sobresalen Hugo Chávez, quien en 1998 ganó por primera vez la presidencia de Venezuela; Evo Morales, en 2005, la de Bolivia, y Rafael Correa en 2007 la de Ecuador; los tres, adscritos a una corriente denominada “Socialismo del Siglo XXI”, han resultado reelegidos o buscan la reelección.
Cifuentes, chileno radicado en República Dominicana, está convencido de que “el modelo del sistema político (…) está llegando al final de un ciclo, cuya manifestación más clara en este momento es la situación económica”. “La reforma fiscal es sólo la punta del iceberg”, agrega, “porque otra manifestación del sistema es que aquí se acabó el dinero para el estado clientelar y patrimonialista”.
También Valdés, antropólogo y académico universitario, opina que el país acude a “un momento interesantísimo” para el surgimiento de fuerzas alternativas, pese a los resultados de mayo pasado.
Es un diagnóstico que no alcanza el consenso general. Según Dilla, “los partidos han mostrado una notable consistencia, alimentados por el clientelismo y la corrupción que parece haber llegado a su pináculo en los últimos cuatro años”.
Para él, la permanencia del entramado actual viene dada por factores muy estructurales, que cita: El escaso desarrollo sociopolítico que él atribuye a la sociedad dominicana, “una sociedad cuya modernidad es un barniz epidérmico”; la capacidad del PLD y Leonel Fernández de vertebrar a toda la derecha que quedó en desbandada con la muerte del caudillo conservador Joaquín Balaguer en 2002 y, por extensión, a toda la población conservadora, y la persistencia del PRD como opción populista.
Cifuentes, un ex luchador contra la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, identifica entre los males del sistema actual la ineficiencia de la representatividad política. Le alarma que el PRD, respaldado por la mitad de la población en los últimos comicios, no tenga siquiera un senador en el Congreso.
Resalta que en un panorama bipartidista la institución más grande se encuentra sumida en una crisis interna y la oficialista no delimita las fronteras entre el partido y el Estado.
La diputada Guadalupe Valdez añade al PRSC, que luego de haber gobernado por seis ocasiones hoy se encuentra muy disminuido, con un último desempeño electoral de 5.87%.
Le agrega un 30% de abstención en las presidenciales de 2012.  “Una abstención tan elevada indica que existe malestar con la forma de hacer política de los partidos”.
Para reforzar la idea de que esa fuerza alternativa es factible, el director del Observatorio Político recrea cómo el PRD ganó las elecciones de 1978, cuando parecía muy cuesta arriba desplazar a Joaquín Balaguer y al Partido Reformista del poder y cómo el PLD, fundado en 1973, en principio con un discurso antisistema, logró romper el bipartidismo y ganar en 1996.
Valdés agrega que si bien es cierto que existe una competencia desleal que favorece a los partidos mayoritarios, también llama la atención que con tantas tarjetas Solidaridad distribuidas, el PLD “debió ganar de calle”, en mayo pasado, cuando conservó el poder con 51.21% de los votos. “Cuando los pueblos están cansados, cuando se hartan, se hartan”.

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