sábado, 20 de abril de 2013

China en el ojo de la crítica

La política de relaciones exteriores implementada por la República Popular China, ha sido ejecutada hasta la fecha por 4 titulares de gobierno en los últimos 60 años. Dichas políticas han convertido a China en la segunda economía del planeta. Ocupando principalía por su desarrollo industrial y capacidad de conectar como suplidora de manufactura en el mundo.
Los resultados económicos son atribuidos a los gobernantes Mao Tsé-tung quién gobernó desde año 1949 al 1976, a quien le sucedió Hua Guofeng aunque por poco tiempo y luego Deng Xiaoping.
Con el ascenso al poder de Deng Xiaoping se le dio paso al relanzamiento de la Revolución China en el año 1978, en el marco de una nueva línea política, enfocada en la producción industrial, intercambio comercial y el posicionamiento de China como actor político en la comunidad de naciones.
Esta política se inicia bajo el principio de que “los cambios económicos llevan al progreso y los cambios políticos al caos” manteniendo con vigencia absoluta el lema de “un país dos sistemas” concebido y divulgado por  Deng Xiaoping en el año 1979. (Colomo Ugarte, 2012).
Esta nueva política tenía además el objetivo de modificar las estructuras económicas para dar apertura a los nuevos mercados. China contaba con un crecimiento del Producto Interno Bruto, (PIB), de solo 2.3% en esa época.
A partir del liderazgo de Deng Xiaoping, el crecimiento económico de China ha ido en aumento, manteniendo una tasa promedio anual de 9,9%, y se ha traducido en el aumento de la renta per cápita de 217 dólares  a casi 6000 dólares, según datos del Fondo Monetario Internacional, (FMI). (González, 2010).
Sin embargo, el éxito económico de China ha recibido las críticas de otras potencias como Estados Unidos y de la Unión Europea y en tanto que algunos investigadores lanzan acusaciones mediante frases que en mi opinión carecen de fundamentación.
EE.UU y EU acusan a China de colonialista, devorador del medio ambiente o la lucha contra la corrupción que según Cejas Armas, (2013), “muestran un vago interés por la situación de los derechos humanos”. Lo que se observa no es más que una elevada hipocresía, y por otra parte egocentrismo político.
En ese mismo orden el politólogo Luís González afirma que, en las relaciones bilaterales China-África ambos ganan y este escenario debe ser aprovechado por África. En tanto que “atribuye las críticas a suspicacias y la paranoia de aquellos que no creen en esa posibilidad, sin analizar la verdadera intensión de China”.
·         El problema 
El problema que enfrenta China con África no viene dado únicamente por las opiniones públicas vinculantes, propias del montaje sistémico en la lucha por el poder entre las potencias, que envuelve diversos temas entre los cuales está: Darfur, el conflicto étnico-político, la competencia de los mercados, países reconocen a Taiwán, el requisito de inversión de capital, el descuido del medio ambiente.

·         Clave del éxito

A pesar de las críticas de las demás potencias acerca de los distintos casos de conflictos entre China y África es impresionante ver la capacidad de negociación que tienen los chinos y los medios para dar respuestas  mediante estrategias de comunicación, mostrando que son flexibles y que están comprometidos con el problema de los países africanos y los demás que le competen.
Las políticas utilizadas por los chinos son, sin dudas mediante estrategias de negociación bilateral en beneficio de todos los países involucrados, como por ejemplo, los países africanos.  En las discusiones de los chinos con los africanos se contemplan los elementos culturales de cada país y las pautas a exponer y son previamente formuladas mediante una investigación profunda de cada caso. Cejas Armas, (2013).
Sin dudas se pudiera decir que los chinos cuentan con estrategias de comunicación mediática para solucionar las situaciones de crisis.
Por último se puede decir que existen entre China y África necesidades afines. China por su lado tiene  poder económico y presencia política internacional. Su diplomacia se caracteriza por: el crecimiento económico, la competencia, mantener el puesto ante el Consejo Permanente de la ONU.
Mientras que África requiere de la explotación del petróleo y las minas, restablecer el sistema financiero y crecimiento económico.
Como toda potencia de economía emergente China debe resaltar y crear una nueva imagen y percepción en el mercado global mediante la utilidad de las estrategias de comunicación, como lo ha hecho, hasta el momento, muy positivas.
En cuanto a la idea de que de China coopera con los países africanos existe una brecha, que debe cerrarse, entre el crecimiento económico de China como potencia y África.
La diferencia está en que China experimenta un crecimiento económico indetenible hasta el momento y África está en reconstrucción y recuperación de la economía.

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