miércoles, 24 de abril de 2013

Los modelos del cambio



La experiencia sobre las políticas públicas para el desarrollo de los pueblos, pone de relieve la existencia de modelos de gestión pública, que arrancan de la relación entre el Estado, la Empresa y el Pueblo. El modelo más tradicional dentro del sistema capitalista, pone su énfasis en privilegiar el rol de la Empresa y consecuentemente se aferra a la institucionalidad del Mercado, a través de la cual la Empresa y su clase vanguardia, el empresariado, logra ser la base de la clase dominante. 
   
En la fase actual del “capitalismo salvaje” sustentado por el neoliberalismo, la clase empresarial con dominio del capital financiero, especulativo y no productivo, ha dado lugar a serias crisis económicas en muchos países desarrollados y no desarrollados, que han desembocado en la crisis global que hoy abate a todo el mundo. El impacto de esas crisis en países como los de América Latina, ha provocado por su parte la emergencia de regímenes alternativos contrarios al “capitalismo salvaje” neoliberal, que se han replanteado la relación entre Estado, Empresa y Pueblo, algunos favoreciendo lo que han llamado el nuevo “socialismo del siglo XXI”, donde se pone el énfasis en el Estado y el Pueblo y se minimiza el rol de la Empresa y donde se promueve una revolución socialista y/o ciudadana con alta participación del Pueblo.        
 
Los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador corresponden a esta nueva tendencia, a los cuales se le agregan, con sus diferencias, Argentina, Uruguay, Brasil, Nicaragua y Cuba que fue la primera bajo la orientación del antiguo socialismo soviético.
   
Los casos de Venezuela, que aparece con Chávez como el país vanguardia en la construcción del nuevo socialismo, y de Ecuador, aunque ambos están abiertamente en contra del neoliberalismo, se diferencian porque Venezuela enfatiza más el predominio del Estado y la participación del Pueblo, con su democracia protagónica, descuidando la eficiencia de la economía  y la integración de los agentes empresariales a los cuales más bien ataca por su beligerancia capitalista. Ecuador por su lado, ha fortalecido el rol del Estado pero haciendo que éste se ponga en condiciones de impulsar la inversión pública e incorporando a la Empresa a la gestión del gobierno, al tiempo de estimular  más suavemente la participación del Pueblo, a través de lo que ha denominado la “revolución ciudadana”.

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