lunes, 21 de octubre de 2013

LA CUESTIÓN DE CUBA

La vigésimo tercera Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en Panamá, y a la cual asistió el Presidente de República Dominicana, Lic. Danilo Medina, aprobó entre otras resoluciones, la que pide a Estados Unidos abrogar la ley Helms-Burton, una pieza que norteamericanizó una disposición de aislamiento asumida en 1961 contra el gobierno de Cuba, por la Organización de Estados Americanos (OEA), en el marco de la guerra fría y en medio de las más intensas tensiones entre los gobiernos de la isla antillana y el de Washington.
    
Se entiende que, tras más de medio siglo de gobierno tiránico en Cuba y a la vista de un proceso de transformaciones lentas e insuficientes, pero de todas maneras esperanzadoras, el bloqueo de la isla de Cuba es más contraproducente que beneficioso y que para todo fin práctico, resulta más apropiada la apertura que el sostenimiento de este aislamiento que es objeto de burlas de muchas maneras, incluyendo los viajes por vía de terceros países de parte de cubanos y de norteamericanos.
   
 Con mayor inteligencia que la mostrada por el gobierno de Washington, la Iglesia inició desde mucho tiempo atrás un acercamiento que ha permitido llevar consuelo pero también asistencia a muchos feligreses, tanto cristianos católicos, como seguidores de otras confesiones cristianas y si se analizasen los resultados, parciales aunque efectivos, de esa participación, podría decirse sin ningún género de dudas, que la feligresía cristiana de Cuba ha sido beneficiada de muchas maneras por la presencia oficial de sacerdotes y pastores en la aislada isla cubana.
    
La misma presencia de la oficina de asuntos norteamericanos en La Habana ha servido, aunque ello deba afirmarse con cautela, a la política norteamericana de muchas maneras y mucho mayor beneficio derivarían los cubanos disidentes encubiertos, de oficinas diplomáticas y consulares formales de los países del continente, de todo el continente, que con las limitadas oportunidades actuales en la relación con los norteamericanos.
    
La aprobación de la resolución de la Cumbre Iberoamericana , que repite llamados y resoluciones anteriormente aprobadas o pregonadas, no hace más que clamar a un acto de sensatez por parte del gobierno de Washington, sujeto todavía de las presiones de grupos radicales de cubanos que no admiten como convenientes, válidas y oportunas, unas relaciones más abiertas con sus propios compatriotas de la isla.
    
Aunque Estados Unidos no forma parte oficial de las Cumbres Iberoamericanas, de manera habitual es invitado a las sesiones de la misma y el debate suscitado a propósito de conocerse la resolución, debe ser indicativo para los estrategas de la política exterior del Departamento de Estado, el peso que concita un llamado para restablecer unas relaciones que, hoy por hoy, son convenientes para la población cubana de la isla de Cuba.
    
Es verdad que los radicales del Tea Party cercan al presidente Barack Obama y que a lo largo de poco más de una quincena han costado credibilidad ante los acreedores de la deuda externa norteamericana; pero también es cierto que Obama, tras el apoyo alcanzado en la Cámara de Representantes por poco más de un centenar de republicanos que unidos a representantes demócratas rompieron el cerco de los radicales, está en el mejor momento para que los estrategas de la política exterior consideren esta resolución de la Cumbre Iberoamericana , destinada a que se pasen por alto años de aislamiento y se produzca un nuevo modelo de relaciones con el régimen tiránico de Cuba, no por ese régimen, sino por el pueblo cubano de la isla de Cuba.

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