viernes, 11 de octubre de 2013

La responsabilidad colectiva

Josefina AlmánzarEn el mundo actual donde vivimos las quejas, las inconformidades son el pan nuestro de cada día.  Vivimos responsabilizando a los demás de lo que nos pasa.  Vivimos creando complejos de culpabilidad a los otros, cuando no hacen lo que queremos o deseamos. En pocas palabras, vivimos mirando la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro, como dice aquella frase bíblica.
     
Estas situaciones son reflejadas en todos los aspectos de nuestras vidas: en el plano familiar,  profesional y amistoso. Donde  más se observa es en la esfera social, en la responsabilidad que nos engloba a todos, en ese nivel macro que conlleva a la armonía o al caos.
     
La mayoría de nosotros anda exigiendo cambios a nivel socio-económico, político, jurídico y familiar pero no quiere asumir la responsabilidad de ayudar, de contribuir a efectuar esos cambios. No queremos comprometernos a enfrentar las dificultades para convertirlas en soluciones.
     
Cada día, a cada instante, el mundo cambia, las mentalidades cambian y  nos da pereza responsabilizarnos con esos cambios,  nos cuesta aportar nuestra luz en la oscuridad.  Es más fácil dejarle la responsabilidad a los dirigentes, a los gobernantes y  sentarnos a criticar y a decir cómo deberían solucionar los problemas que tenemos. Le dejamos toda la responsabilidad en sus manos para que nos manejen a su antojo.  Nos quitamos del camino y le dejamos el paso para que utilicen el poder como quieran y mientras tanto sólo observamos. 
     
Nadie, ninguno de nosotros quiere asumir responsabilidad porque nos hemos acostumbrado a echarle la culpa a los demás.  Nos gusta tener conejillos de indias a nuestro alrededor.  Nos enseñaron a mentir cuando hacíamos algo incorrecto y así con nuestra mentira evitábamos el castigo, pero al mismo tiempo aniquilábamos la transparencia, la responsabilidad.  Esa oscuridad, esa irresponsabilidad es lo que ahora le ofrecemos al mundo.
     
Pero llegará un momento en la vida de todos en que tendremos que revisarnos y reevaluarnos. O dejamos que el barco termine de hundirse o tiramos del timón con todas nuestras fuerzas y lo enderezamos.  En ese enderezar, en ese resurgir de entre nuestras propias cenizas está nuestra responsabilidad.  Una responsabilidad que debe ser asumida por todos de manera consciente y positiva.
     
Una responsabilidad que reside en el interior de cada uno de nosotros. En nuestros encuentros personales a diario. En la responsabilidad de tender manos, tender puentes, de ayudar a comprendernos, de escuchar y ser escuchados. En la responsabilidad de amarnos.
    
No le dejemos nuestra responsabilidad a nadie; ni a los presidentes, ni a los dirigentes mundiales, ni a los políticos, ni a los gurús,  ni a los sindicalistas.  Nadie asumirá  la responsabilidad que nos toca porque simplemente no pueden asumir lo que no les corresponde.
     
Si no tienes la oportunidad de hacer grandes cosas, haz cosas pequeñas a lo grande, pero hazlas. Asume tu responsabilidad y con esas pequeñas gotas haremos los cambios que nuestro país, nuestro mundo necesita ahora.
 
La autora es Abogada y docente universitaria

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