viernes, 18 de octubre de 2013

Guerra contra la informalidad

La Dirección General de Impuestos Internos (DGII) en reunión con líderes del comercio se ha propuesto coordinar acciones contra el comercio informal por considerarlo una amenaza al comercio tradicional. El anuncio que parece una ingenuidad tiene un trasfondo de alta importancia dentro de la dinámica económica del país.
    
Lo primero que debemos establecer es que la economía dominicana se enrumba siguiendo las normas e intereses generados por el marco general del “libre mercado” impuesto por los organismos internacionales que rigen el comercio global. Esas normas e intereses, en el caso nuestro desatan claras tendencias a la concentración de los capitales, por la desregulación de la economía por parte del Estado, provocando la oligopolizacion de la economía a través de grandes empresas formales tanto nacionales como multinacionales.
    
Esas tendencias, entonces, favorecen la formalización de la economía algo no sólo deseable sino imprescindible para una economía que ha de asumir como aspiración conducir al país hacia su desarrollo y modernización. Sin embargo, la tendencia a la concentración que se observa con facilidad en el comercio impulsado por las grandes cadenas comerciales y dentro del sector financiero, entre otros, ha ido lanzando a muchos trabajadores y a pequeños “empresarios” a la informalidad,  incorporándose al mercado  ofreciendo bienes y servicios a escala muy pequeña y en  forma ambulatoria e informal. Se trata de una “economía de calle” similar a la de los buhoneros, choferes de concho y de taxis que invaden las vías del tránsito público haciendo cada vez más  insoportable el trasporte urbano.
    
Las cúpulas empresariales al referirse a la situación han advertido que en la economía del país se han ido perdiendo los empleos formales y de calidad, mientras se han elevado los empleos informales de menor rendimiento, por lo que se impone un cambio de rumbo en las políticas públicas, si se quiere promover el desarrollo estimulando y favoreciendo la generación de empleos formales y de mayor calidad.
    
La intención de la DGII de favorecer la formalidad en la economía es buena y es el camino al desarrollo, pero la tendencia a la concentración del capital, propia del modelo del “libre mercado” que rechaza la regulación estatal, resulta un contrasentido, ya que genera la necesidad de la informalidad como respuesta para la sobrevivencia de los desplazados por la concentración de la economía. En conclusión, hay que regular y formalizar el comercio informal que amenaza al comercio tradicional, pero eso hay que complementarlo con la regulación por parte del mismo Estado de la tendencia a la concentración y oligopolización que, a su vez, crea   la necesidad de la economía informal.

0 comentarios:

Publicar un comentario