martes, 22 de octubre de 2013

El fracaso del PLD

Radhamés Segura ha admitido con dolor y vergüenza que el PLD ha fracasado en el manejo del sector eléctrico por carecer de “voluntad política” para enfrentar el problema, al tiempo de reconocer que en el país existen las condiciones técnicas y los recursos financieros como para darle solución a tan lacerante problema eléctrico. 
    
A partir de ese dictamen, habría que concluir razonablemente, que la indiferencia política de los gobiernos frente al problema eléctrico tiene sus razones en la corrupción y en el hecho de que la propia “privatización” lo que hizo fue crear una estructura de poder  fáctico, que se edificó a partir de las condiciones de costos establecidas para favorecer  a los generadores. Ese poder fáctico así creado se fue consolidando con  el apoyo dado por  las agencias multilaterales de financiamiento y los gobiernos relacionados con dichos generadores. De esa forma éstos han acumulado tal poder nacional e internacional  que se han impuestos por sobre los gobiernos, doblegándoles la voluntad política, con lo cual han impedido  y saboteado  toda iniciativa que atente contra las jugosas ganancias concedidas a los generadores.
    
En ese contexto institucional ese poder fáctico no le conviene ni le interesa que el sistema se modifique con el propósito de que se introduzcan mejoras que hagan más eficiente el sistema y que se alivie la carga de apagones y altas tarifas para los usuarios familiares, industriales y comerciales. Esa pesada carga de ineficiencia es la fuente efectiva para el máximo lucro de los generadores. Por eso ese sector nunca se ha expresado criticando las razones del fracaso que hoy admite el ex director de la CDEEE.             
Por el contrario, los generadores sólo saben reclamar el pago de una deuda, que en gran medida es el acumulado de una de la más grande estafa como la que significó la mal llamada privatización del sistema eléctrico. 
   
 Por eso no es de extrañar  que los generadores reclamen el pago de 700 millones de dólares que adeuda el Gobierno y que habrá de pagar el pueblo dominicano con “sangre, sudor  y lagrimas” a cambio de más subsidios, más apagones y la energía más cara del continente. Ese es, en el caso dominicano, un vívido ejemplo de lo que es el llamado “capitalismo más salvaje” contra el pueblo dominicano.

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