Más tarde, la población creció desmesuradamente y comenzaron las huelgas de los docentes y se estancaron las apropiaciones anuales del presupuesto, destinadas al sistema educativo e involucionaron, aunque alcanzando una mayor pompa y más títulos de ringorrango, los programas de formación del Maestro y éstos dejaron de ser tales para volverse profesores. También se redujo el año escolar y con brega, los estudiantes de algunos cursos, para cumplir con las pruebas completivas, eran los que llegaban a un día como este de hoy.
¿Volverán aquellos años, ahora que, aparentemente, soplan otros vientos? ¿Volverán los estudiantes a tener Maestros en el aula, en vez del burócrata que cumple misión de enseñar por encargo?
Es deseable que el cuatro por ciento rescate esos románticos tiempos, en los cuales los Maestros eran personas de respeto y distinción en pueblos y ciudades y, por supuesto, no acudían al salón de clases con alpargatas ni chancletas, por mucha que fuese su pobreza. Y eso no lo hacían ni en días como el de hoy ni en otros días a lo largo del año lectivo, pues sabían que sembraban no solamente saberes para el desempeño del futuro ciudadano, sino ejemplos de vida para tener una Patria mejor.
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