Lo interesante del uso de robots en el terreno de combate es que un aparato sin alma, sin sentimientos, sin discernimiento nunca va a experimentar remordimiento alguno cuando accione sus armas de modo indiscriminado y sin miramientos. Y cuando se arme el reperpero escandaloso del asesinato de inocentes, como suele ocurrir en esos escenarios fúnebres no tendrán que sentarse ante un tribunal a declarar nada.
De modo que tampoco podrán escapar hacia un país neutral y movidos por algún sentimentalismo de último momento, soltar al aire detalles de seguridad nacional.
No tendrán que pasar apuros ni cruzar hasta el consultorio de un psicólogo a recibir su baño de inconsciencia para seguir peleando por las causas profundas de las multinacionales.
Lo más interesante de todo es que también cae gente de las naciones donde hacen los robots y ya eso sí es complicado y hasta escandaloso.
(No muchos recuerdan la conmoción que produjo, en medio de la guerra iraquí de Bush, en la que morían decenas de niños diariamente-y siguen muriendo aún- el destino de un perro que rescató de la muerte y de los combates una soldado estadounidense.
Pero le fue impedido llevarse el animal a Estados Unidos, por el Ejército.
Aquello era desgarrante y conmovió el alma del pueblo estadounidense.
Los medios de comunicación se explayaron hasta el infinito y, cediendo a la presión de opinión pública, los jefes militares permitieron finalmente que el vulnerable perro iraquí pisara suele norteamericano).
Los niños siguieron muriendo. (En eso están todavía hoy, como secuela de la guerra petrolera armada en Estados Unidos.
Ese tipo de eventos se pueden evitar mandando un ingenio robótico a desguazar inocentes y a extender los dominios del poder estadounidense.
No va a tener confusiones, no va a regresar atormentado a su hogar, donde también hay niños, no va a convertirse en un posible psicópata, peligroso para el American way of life o sistema de vida americano.
Va evitar que las madres, dolidas, se planten frente a la Casa Blanca a pedir la vuelta de sus hijos, muy jóvenes, seducidos por las ofertas del Army, mientras se loes traen encajetados envueltos en una bandera, destrozando sus esperanzas de llegar a generales y haciendo colapsar los sueños de novias, hermanas, padres, tíos y demás familiares.
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