sábado, 15 de junio de 2013
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Detalle que está obligado a considerar el Gobierno Dominicano, por encima de la renovación de las compras de productos nacionales por importadores de Haití, es el del componente en dólares de la producción nacional que se entregue a los venezolanos, como abono al capital y a los muy bajos intereses de Petrocaribe por el diferencial financiado del petróleo que se ha venido entregando a la República Dominicana, pues si aquello que se colocará en el mercado venezolano incluye entre sus factores de producción componentes importados en una elevada proporción, se estará llevando a cabo el negocio del capaperro.
Por supuesto, luego de lo vivido con Haití, se entiende razonable que se procure captar el mercado venezolano, no solamente por los huevos y pollos ya listos para ingresar a los canales de comercialización y previstos para ser adquiridos por compradores haitianos. Empero, no debe captarse únicamente el mercado venezolano, sino muchos otros mercados de muchos otros países. Sin embargo, este diario entiende que aquellos bienes de consumo que tienen en su composición de costos, valores importados, se convierten en materia para transacciones cobrables en moneda convertible en los mercados monetarios y no necesariamente en bienes de trueques.
A Venezuela tiene que acudir la República Dominicana con bienes de trueque y, por consiguiente, con bienes que si bien no sean netamente dominicanos, sus componentes locales o en pesos, sobrepasen el setenta y cinco por ciento de su composición de costos. Y aunque indiscutiblemente que esto puede juzgarse como difícil en el mundo interdependiente de hoy, el país produce bienes, sobre todo bienes primarios de consumo, bienes primarios previstos como insumos o bienes intermedios, sobre los cuales los consumidores venezolanos y aún los sectores industriales de esa nación, pueden mostrar interés.
Diversos factores han colocado a esa pujante República, en condiciones de inexplicable precariedad, porque siendo uno de los más grandes productores de hidrocarburos del mundo, suena extraño que carezcan de artículos de los que fueron productores. Por supuesto, cuando la política penetra los sectores productivos, suelen presentarse los procesos de decadencia contemplados en la riquísima Venezuela de estos tiempos. Y la política de los años recientes no solamente penetró a esos sectores productivos, sino que los maniató y acosó hasta que por razones de supervivencia, hicieron mutis y abandonaron ese país.
Desde el momento en que Hugo Chávez llegó al poder y el petróleo alcanzó precios mundiales onerosos para las cuentas de los dominicanos, Chávez se mostró solidario con los dominicanos y ese sentido de solidaridad lo distinguió con sus vecinos, no solamente con República Dominicana. Respecto de los dominicanos podría alegarse que fue motivado por sus recuerdos de la vida llevada en la República Dominicana , cuando fue agregado militar de la embajada de la entonces República de Venezuela en Santo Domingo, pero es indudable que esa formas las convirtió en características de su política internacional, al menos con sus vecinos inmediatos.
Por eso la deuda que se tienen por la parte del petróleo que ha financiado Venezuela a los dominicanos. Pero esa deuda, más que mover la política internacional dominicana por los problemas de pollos y de huevos con Haití, ya superados, tiene que moverse en materia de intercambio comercial porque para crecer el país debe procurar que sus exportaciones representen lo que tenga una composición de costos de escasa participación del dólar.
Pollos y huevos debemos producirlos, de ser posible, en mayor cantidad de la que se produce, pero debe asegurar que los mercados que importen estos bienes, sean mercados que estén listos a pagar en moneda contante y sonante, aunque a Venezuela, por solidaridad, si le faltasen estos bienes, se le entregasen como mercancía de trueque.
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