martes, 11 de junio de 2013
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Los países son libres de permitir o no la entrada de determinados productos y bienes, por ese lado no debe cuestionarse la prohibición sobre la entrada de huevos y pollos desde nuestro territorio, adoptada por el gobierno de Haití. Con razón o sin ella, los haitianos han hecho uso de su derecho.
Lo cuestionable es la ingratitud, a todas luces las autoridades de Haití no son capaces de sentir agradecimiento por la colaboración que a través de la historia, les han dado los dominicanos.
Hemos sido el principal consuelo, el segundo, cuando no el primer hogar para los haitianos que transitan nuestras calles con libertad, comen nuestro pan, comparten trabajo, techo…
Nadie acude a ellos antes que nosotros cuando precisan de ayuda, no solo en el terremoto, sino siempre, desde acá hacia allá trafica ropa y comida, la solidaridad en todos los aspectos.
Lo menos que podía hacer el gobierno haitiano era actuar de manera discreta sin levantar tal escándalo, cualquiera diría que lo hacen a sabiendas del resultado, ya que los haitianos a ese nivel son personas educadas que deberían haber respetado el protocolo internacional, sobre todo cuando se trata de países que superando tan marcadas diferencias, lo han compartido todo.
Olvidaron sin embargo, que nosotros hemos sido víctimas de repetidas epidemias de cólera importado desde Haití sufriéndolo y combatiéndolo sin acusarles ni escandalizando lo que debe primar es la solidaridad, la justicia y la gratitud, Haití sabe que República Dominicana es su paño de lágrimas.
Sobre la H1N1, no tenemos que dudar de lo dicho por las autoridades dominicanas, ellos han aclarado que lo que existe es una alerta epidemiológica mundial, sobre el peligro de que se desate una pandemia de influenza causada por el virus A, esto afecta tanto a Haití, a nosotros y a todo el mundo por igual.
La peor consecuencia, es la situación de los productores de pollos y huevos cuyo mayor mercado es Haití, ellos pueden ser los grandes perjudicados, al menos de inmediato porque hablamos de productos perecederos con un tiempo estimable de durabilidad.
Sorprende la extrañeza de la Cancillería ante la decisión de los haitianos, ya que no es la primera vez que esto sucede, tal vez deberían buscarse mercados alternativos y no depender tanto de los vecinos, posiblemente si en estos momentos como en otras ocasiones ellos necesitaran de nuestra colaboración y le enviáramos algunos camiones de alimentos, no habría veto para los pollos y huevos, al contrario, serían asaltados los camiones como tantas veces ha sucedido en la entrega de comida que llega desde aquí y de otros países.
No debemos convertir el rechazo de Haití hacia nuestros productos en un conflicto, pero la ocasión es propicia para repasar algunas acciones de los habitantes de ese país al que hemos protegido siempre.
Tranquilos haitianos, no somos portadores del virus de la gripe aviar, pueden continuar comiendo nuestra comida, usando nuestra ropa, en fin compartiendo todo lo nuestro, así somos los dominicanos de desprendidos y hospitalarios.
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