jueves, 6 de junio de 2013

Macuteadores a sueldo

 por: Natalie Ruiz Casado.-
¿Qué hacen dos mujeres solas en la calle a las 12:30 de la noche? Es la pregunta que me hice cuando un miembro de la Policía Nacional nos detuvo a mi mamá y a mí por un supuesto operativo.
“Deme su licencia, la matrícula del carro y el seguro”, nos dijo este policía que mientras nos hablaba, no dejaba de verme las piernas. Cuando se le entrega todo lo que él pide, hace la salvedad de que el seguro del vehículo está vencido. En ese momento me di cuenta que mi madre no sabe manejar los momentos de crisis porque los nervios no la dejaron ni encontrar el monedero.
El Policía se dio cuenta de esa poca destreza, y de inmediato empezó a sugestionarnos llamando por su radito de circuito al “supervisor”, porque según él, el carro había que llevárselo al destacamento y luego de tres días lo podíamos buscar…  Fue cuando él hizo la inteligente sugerencia de que si no queríamos que se llevaran el carro por tres días, podíamos PAGAR la fianza a él.
¿Qué pasa con los valores de los ciudadanos? ¿Acaso no siente remordimiento este policía de pedirnos dinero descaradamente? ¿Cómo vuelvo a confiar en estas autoridades que se supone están para cuidarnos y protegernos de la delincuencia? Este tipo de “operativos que ellos realizan, ¿de verdad son para disminuir la criminalidad, la droga o la delincuencia? ¿O son una especie de peaje donde ellos se inventan las fianzas como recompensa por “salvar el mundo”?
Es evidente que todos los problemas que enfrentamos hoy en día es reflejo de una bola de nieve que viene con un letrero que dice: “Perdidas de valores arrasando”.
El sentimiento de impotencia que sentimos esa noche no se podría describir en este artículo. Sin poder hacer nada porque el uniforme de policía les da a ellos el poder de hacer lo que quieran… Después de media hora, el policía dijo “hagan lo que quiera” y nos dejó ir.
Los ciudadanos nos vemos obligados a entrar en rebeldía con las autoridades, por la corrupción, el abuso de poder que ellos imponen… sólo nos queda decir: y ahora quién podrá defendernos?

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