jueves, 27 de junio de 2013
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Las elecciones nacionales del 2012 estuvieron marcadas por la expectativa del cambio. El pueblo en su mayoría quería un cambio. Consciente de esa necesidad el hoy Presidente Danilo Medina ofreció el “cambio seguro”, última consigna de su campaña exitosa.
Al asumir el Gobierno, Medina rápidamente inició una gestión que respondiendo en gran medida a esa expectativa del cambio, ha logrado impactar en la comunidad nacional de manera tal que hoy por hoy mantiene una popularidad como ningún otro mandatario ha alcanzado. Su decisión de asumir el 4% para Educación, la austeridad aplicada a su gobierno y su estilo personal, más sencillo y compenetrado con el pueblo llano, pronto lo diferenciaron de la arrogancia indiferente de su predecesor. Su decisión de echar hacia atrás la consumación del robo de Bahía de las Águilas, seguido por su postura en defensa del interés nacional en los casos de la Barrick Gold y de la Falcombrige contra Loma Miranda, lo catapultó como un verdadero heredero de las virtudes de Juan Bosch.
Su afán semanal por apoyar a los sectores productivos nacionales, especialmente a los productores agrícolas muy castigados por la despiadada estrategia neoliberal, así como a los comunitarios y a los pequeños empresarios de las Mipymes, le han permitido redondear un nivel de aceptación popular que se sitúa por encima del 80 por ciento, como resultado de haber instrumentado una gestión de gobierno siguiendo la “expectativa del cambio”.
Sin embargo, en los últimos días se evidencia un viraje que lo coloca en dirección a retomar el camino de la gestión pasada. Tal vez impulsado por la situación interna del partido de Gobierno, o temeroso de una economía que crece al 0,3% y carece de circulante en la calle, como dice la gente, lo cierto es que se han producido indicios de ese giro, cuando se anuncian en cadena la ejecución de los afamados mega-proyectos basados en el endeudamiento externo, tales como son la Circunvalación Santo Domingo, un nuevo Corredor Duarte II y un nuevo Metro III. Esos anuncios que muestran además la imagen de los mismos ejecutores, se proyectan casi simultáneamente cuando se da la información sobre el retraso que acusa la ejecución del 4% para Educación, símbolo del “cambio seguro”.
Por esas razones, se comienza a desdibujar la ilusión contenida en la “expectativa del cambio”, y se piensa que, aunque con estilos personales diferentes, estructuralmente la gestión de Medina parece que seguirá los mismos lineamientos del Gobierno de Fernández. Se cumplirá así aquella vieja máxima doctrinal de “cambiar para que todo siga igual”.
¡Dios quiera que no!
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