El mercado binacional en la frontera se vio afectado en sus operaciones de intercambio comercial entre Haití y el país, luego de que las autoridades de la vecina nación decidieran prohibir la importación de ciertos productos avícolas, porcinos y otros de producción nacional, buena parte de los cuales tienen como destino el mercado haitiano. La decisión fue tomada bajo el pretexto falaz de que en nuestro país ha hecho presencia la gripe aviar, un día después de la reciente visita que hiciera el Presidente Medina y sin que todavía el gobierno haitiano haya comunicado formalmente la decisión a las autoridades dominicanas.
La decisión cuya soberanía no debe discutirse nos debe poner en movimiento con miras a enfrentar un percance que afecta la economía nacional de un sector económico como lo es el sector productivo agropecuario, que juega un papel de primer orden dentro de la estrategia alimentaria nacional.
Sin embargo, la medida no debe de extrañar básicamente por dos razones fundamentales: Haití es un país que desenvuelve precariamente su vida dentro de una institucionalidad de “Estado fallido” y cuya tradición gubernamental aunque exhibe la formalidad de la teoría francesa del Estado, la insolvencia vital en la que transcurre la vida allí, induce a un comportamiento veleidoso e impredecible, por lo cual se hace difícil si no imposible un intercambio comercial formal y respetuoso de los compromisos asumidos; la segunda razón tiene que ver con el contexto internacional dominado por la estrategia de la globalización neoliberal que, tanto allá como aquí, ha impuesto la apertura de los mercados y el predominio de los “negocios” como marco preferencial que rige la toma de decisiones económicas y políticas.
Ese contexto induce, a su vez, al surgimiento de grupos y agentes económicos que desatan una guerra de intereses basada en el “tráfico de influencia” para la manipulación de los mercados.
Esas condiciones ya estuvieron presentes en la primera prohibición adoptada por Haití hace ya algunos años, cuando se produjo el primer brote de la gripe aviar. En esa ocasión, la decisión de Haití, aunque interesada, fue atendible y correcta, además de soberana. Pero, ahora, se han agarrado de los casos de la gripe AH1N1 que afecta a los humanos y no a las aves, para confundirla con la gripe aviar y justificar una medida desconsiderada e irrespetuosa que, además, desarticula los tradicionales lazos comerciales entre ambos naciones.
Diversificar mercados de exportación
Ante la situación las autoridades nacionales, avaladas por el dictamen de la OPS, deben hacer todos los contactos de lugar para tratar de restablecer la “normalidad’ comercial entre ambos mercados. La experiencia también ha de servir para que el Gobierno coordine acciones con el sector privado, a fin de impulsar una estrategia de diversificación de los mercados de exportación, mediante un plan de actualización del sector avícola y cárnico que lo prepare para una producción de exportación, de acuerdo a los estándares y exigencias de los mercados de exportación.
¡Precipitemos la producción para la exportación!
La decisión cuya soberanía no debe discutirse nos debe poner en movimiento con miras a enfrentar un percance que afecta la economía nacional de un sector económico como lo es el sector productivo agropecuario, que juega un papel de primer orden dentro de la estrategia alimentaria nacional.
Sin embargo, la medida no debe de extrañar básicamente por dos razones fundamentales: Haití es un país que desenvuelve precariamente su vida dentro de una institucionalidad de “Estado fallido” y cuya tradición gubernamental aunque exhibe la formalidad de la teoría francesa del Estado, la insolvencia vital en la que transcurre la vida allí, induce a un comportamiento veleidoso e impredecible, por lo cual se hace difícil si no imposible un intercambio comercial formal y respetuoso de los compromisos asumidos; la segunda razón tiene que ver con el contexto internacional dominado por la estrategia de la globalización neoliberal que, tanto allá como aquí, ha impuesto la apertura de los mercados y el predominio de los “negocios” como marco preferencial que rige la toma de decisiones económicas y políticas.
Ese contexto induce, a su vez, al surgimiento de grupos y agentes económicos que desatan una guerra de intereses basada en el “tráfico de influencia” para la manipulación de los mercados.
Esas condiciones ya estuvieron presentes en la primera prohibición adoptada por Haití hace ya algunos años, cuando se produjo el primer brote de la gripe aviar. En esa ocasión, la decisión de Haití, aunque interesada, fue atendible y correcta, además de soberana. Pero, ahora, se han agarrado de los casos de la gripe AH1N1 que afecta a los humanos y no a las aves, para confundirla con la gripe aviar y justificar una medida desconsiderada e irrespetuosa que, además, desarticula los tradicionales lazos comerciales entre ambos naciones.
Diversificar mercados de exportación
Ante la situación las autoridades nacionales, avaladas por el dictamen de la OPS, deben hacer todos los contactos de lugar para tratar de restablecer la “normalidad’ comercial entre ambos mercados. La experiencia también ha de servir para que el Gobierno coordine acciones con el sector privado, a fin de impulsar una estrategia de diversificación de los mercados de exportación, mediante un plan de actualización del sector avícola y cárnico que lo prepare para una producción de exportación, de acuerdo a los estándares y exigencias de los mercados de exportación.
¡Precipitemos la producción para la exportación!
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