martes, 25 de junio de 2013
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Hay que buscar la manera de terminar con el problema suscitado con Haití, sin tomar en cuenta la importancia o no por el monto ascendente que tenga el comercio nuestro con el suyo, lo que más debe primar es la relación entre ambas naciones.
Las autoridades de Haití en su obstinación están llevando al límite su reacción, inadecuada desde todo punto de vista, están actuando de manera poco civilizada y tratando mal no solo a los dominicanos, sino a los propios haitianos que insisten en pasar a nuestro territorio y compran nuestros productos.
Hasta tal punto que utilizan el agravio físico como elemento de miedo contra su propia gente, despojándoles de cualquier producto dominicano que hayan comprado.
Los disturbios aún pueden ser controlados, sin embargo si no se controla a los agentes policiales haitianos, la situación puede tornarse difícil.
Esta gente está demostrando una hostilidad que está pasando de castaño oscuro, ni siquiera han obtemperado ante la buena voluntad puesta en marcha por la parte gubernamental dominicana, se les ha recibido, se ha compartido con ellos, se les han dado condiciones de ventaja y aun así continúan en su acción beligerante.
Ellos parecen desconocer que existe un protocolo internacional que hay que mantener ya que cuando éste se resquebraja o se rompe, las consecuencias pueden ser nefastas para la buena relación entre los países involucrados.
Esta es una situación de doble vía, si causa daño a la economía de los productores dominicanos, el perjuicio contra los haitianos, puede ser mayor en el sentido de que nosotros somos sino su única fuente, si la más inmediata y también la que más les favorece.
La huelga de la semana pasada impidió que miles de haitianos se abastecieran en nuestros mercados, lo que significa que están atentando contra sus propios nacionales y esto además de ilegal, es inhumano.
El error de Haití fue la prohibición y veto impuesto a los productos dominicanos aduciendo que lo hacían para impedir el contagio con la gripe aviar, desconfiando de la declaración de las autoridades dominicanas que aseguran que no tenemos ni un caso infección por el virus en los últimos tres años.
Dice una frase que el que evita no es cobarde, las autoridades dominicanas deben continuar demostrando su buena voluntad, para de esa manera además de dar cátedras de civismo y educación, evitar que se incremente la tensión y se recobre el comercio bilateral que desde antaño es una costumbre entre Haití y Dominicana.
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