Las cifras anteriores significan que el crecimiento económico del país, no tuvo mayor impacto en la mejoría de la población, favoreciendo, en consecuencia, a una minoría con lo cual se fortalece la asimetría oligárquica de la estructura social dominicana. En otras palabras, los beneficios económicos del crecimiento sólo han servido para enriquecer a las oligarquías, tradicionales y nuevas, ampliando la desigualdad y la pobreza de la población. Por eso del millón y medio en que creció la población en ese período, todos engrosaron a la población situada por debajo de la línea de la pobreza. De esta manera, el modelo de crecimiento en República Dominicana ha operado para empobrecer a la población y para enriquecer a una minoría.
Se trata de un modelo económico que no beneficia a la población, al tiempo que los servicios del Estado son desbordados por una población creciente, haciéndolos más precarios, y a lo que se une una población inmigrante todavía más pobre, especialmente, procedente de Haití.
Esa situación descrita en el estudio del Banco Mundial, debe servir de diagnóstico básico como para que nuestros líderes, políticos y empresariales, así como todos los sectores que conforman la Sociedad Civil, se planteen la necesidad de elaborar y formular otro modelo de economía alternativa, que aún dentro del marco de la economía de mercado, dé lugar a un cambio de rumbo, que facilite que el crecimiento de la economía se traduzca en reales oportunidades para que la población empobrecida, en aumento, pueda ascender a posiciones de clase media en una mayor proporción, y de esa forma se generalice el bienestar y el progreso.
¡El progreso debe ser para todos!
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