viernes, 21 de marzo de 2014

Siempre habrá primavera

Josefina Almánzar Por Josefina Almánzar.--Uno de los tantos días que tenemos en esta existencia actual un buen amigo me buscó para convertirme, en ese momento, en su paño de lágrimas.     

Actuación que tenemos que asumir muy a menudo cuando consideramos ser y llamarnos amigos verdaderos.  

En ese momento fui un paño de lágrimas muy especial porque a pesar de contarme sus situaciones, penas y preocupaciones  mi  gran amigo no estaba triste ni deprimido, quizás disgustado con las situaciones que se le habían presentado sin ser él, el causante aparente de las mismas. Digo aparente porque para que exista un efecto en nuestras vidas, siempre debe haber una causa que provoque  las consecuencias cuando nos están pasado.
    
En mi momento de servir de desahogo lo que más me llamó la atención fue la conclusión de nuestra conversación, cuando me dijo:  “Aunque se extermine, aunque se elimine un jardín completo, siempre habrá primavera”.
   
Sí amigos y amigas, es una frase impactante. Es una frase que nos motiva a tener esperanzas, que nos motiva a tener fe, que nos invita a ver más allá de lo que tenemos ante nuestros ojos físicos Nos hace entender que todo pasa dentro del ciclo de la vida, todo cambia y evoluciona, nada es permanente.  Por más negatividad que estemos viendo en estos tiempos de terrorismos, de posibles bombas bioquímicas, la dinámica de la vida misma continuará a pesar de todo.
    
Siempre habrá primavera, nos recuerda el florecer de nuestra consciencia espiritual para llegar a la estación del alma, que es el encuentro con nuestra Casa Divina.  

Siempre habrá primavera, es la firmeza y el recordatorio de que siempre vendrán tiempos mejores y que todo depende de la actitud mental con que manejemos nuestra existencia.  Depende única y exclusivamente de nosotros hacer de nuestras vidas un jardín florido, con la certeza del renacer de los más hermosos rosales.

En este día de marzo en que inicia esta bella estación vamos a darle paso a los rayos de la luz primaveral para que penetren en nuestras almas y nos ayuden a vislumbrar un futuro más claro, donde podamos combatir las sombras y las nubes negras que nos acechan en el día a día.
    
Es hora de vestirnos de primavera, en todos los aspectos de nuestras vidas. En nuestros hogares, en nuestras labores cotidianas, en nuestras relaciones con nuestros semejantes. De bañar nuestros rostros cansados con agua fresca de renovación y liberación.  De dejarnos acariciar por la brisa primaveral, de vestirnos de sus hermosos colores para poder regar las flores que hemos sembrado en nuestro jardín interior.
    
Es momento de danzar al compás de la naturaleza y como alegres mariposas extender nuestras alas para iniciar el vuelo de nuestras renovaciones espirituales que nos conducirán a nuevas realizaciones materiales.
    
Desde aquí le reitero mi cariño y admiración a ese  amigo y le doy las gracias por recordarme que siempre, siempre habrá PRIMAVERA.

La autora es Abogada y docente universitaria.


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