El poder fáctico que domina el quehacer económico y político de la Nación, el cual tiene en el sector eléctrico tal como está una de sus principales fuentes de sustentación y rentabilidad, ha hecho creer, a través de su influencia en el poder mediático, que el problema eléctrico en el país tiene su origen fundamental en el robo de la energía a nivel de los consumidores, que obliga al gobierno a cada vez más subsidiar la energía. Así, resulta natural que cuando la mayoría de los opinadores públicos autorizados y también desautorizados, se refieren al problema eléctrico de inmediato aparece la idea legitimada fácticamente de que no habrá solución al problema eléctrico hasta que la población no pague la luz. Esa creencia también la encontramos en organismos como el FMI, el cual en su más reciente informe recomienda flexibilizar la tarifa eléctrica para hacer desaparecer los subsidios.
De esa misma manera piensa la cúpula empresarial, la cual en uno de sus máximos exponentes acaba de proponer dos iniciativas creativas que arrancan de esa visión empresarial: la primera sugiere establecer dos tipos de circuitos, los rentables y no rentables. En los rentables la tarifa debería ser la real, sin subsidio, partiendo de que en estos circuitos lo consumidores pueden pagar el servicio. En los circuitos no rentables, se sugiere ofrecerle sistemas alternativos como los de energía solar o similares; la segunda idea muy globalizante, se refiere a preparar al país con nuevas inversiones para la generación de energía que responda no sólo a los consumidores colocados en esta parte de la isla, sino a demás pensando en interconectar el sistema eléctrico nacional con Haití para ofrecerle los excedentes generados en el país.
Sin entrar al debate sobre la viabilidad técnica y “patriótica” de esas dos iniciativas, lo que debe llamar la atención es que develan un enfoque puramente de economía empresarial que sólo trabaja en los mecanismos para hacer más rentable el negocio eléctrico, tapando la visión sobre aquellos mecanismos que han encarecido el costo de generación y que hacen “inaceptables” las elevadísimas tarifas que obligan a ciertos consumidores al “robo”, como mecanismo de defensa frente a unos precios del kilo de energía que no son del “ libre mercado”, sino imposiciones del poder fáctico de los generadores. Por eso no se habla de que del subsidio en dólares, unos 500 millones, la mayor parte, son capturados por los generadores por concepto del sobre costo originado por condiciones contractuales arbitrariamente privilegiadas o por vicios administrativos permitidos.
Otra conciencia
Si la gente siguiera el destino del subsidio y los mecanismos de cómo este se genera, serían otras las iniciativas para encarar el problema eléctrico del país. El pensamiento empresarial no se debe empantanar en la trampa que encierra la visión “neoliberal”, que sólo ve en todo las oportunidades de maximizar beneficios desde una óptica particularista. Hay que hacer conciencia y recurrir a concepciones más integrales derivables del desarrollo humano sustentable.
¡Ampliemos el horizonte!
jueves, 20 de marzo de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario