por Dr. Frank Espino..“La abeja y la avispa liban las mismas flores, pero no logran la misma miel” Joseph Joubert (moralista francés)
En los mediados de los 80’s fuimos a Estados Unidos, específicamente a la ciudad de New York. En ese momento nos dió la oportunidad de estudiar la reacción psicológica de muchos de mis amigos y familiares que vivían en esa gran urbe.
Los califiqué en tres categorías:
1)Los que nunca volverían.
2)Los que siempre soñaban con volver a vivir en su tierra.
3)Los que no les importaba si vivir allá o aquí.
Esto fue interesante. Los que “nunca volverían”, tenían una característica. ¡Renegaban de todo lo que oliera a dominicanismo! Para ellos, ¡Todo era malo en República Dominicana! Al principio por orgullo patrio, me dolían esas expresiones. Luego tuve que entender, que muchos de ellos, hasta cierto punto tenían razón. Su vida en el país que los vió nacer, no les había proporcionado, los que ellos disfrutaban en NY: Vivienda, comida, transporte, seguridad, salud, y también el poder enviar a sus hijos a la escuela, tener en sus bolsillos algunos dólares para sus gastos. Este primer grupo, todo lo concentraba en lo que hiciera su vida cómoda. No pensaban en invertir en República Dominicana, y por tanto, solo pensaban gastar y consumir en Estados Unidos.
El otro grupo. Los que pensaban vivir en su país. Se convirtieron en “economistas”. Y guardaban y guardaban, todo lo que podían ganar. Eran hasta cierto punto; “tacaños” pues como soñaban volver a vivir en su tierra, todo lo visualizaban en su madre tierra. A muchos los vi regresar, y tuvieron la oportunidad de vivir, de tener su vivienda, compartir con sus familiares y amigos. Me di cuenta que muchos soñaron con volver, porque tenían a sus padres vivos, sus hermanos, sus amigos de infancia, y otros para mostrar en sus respectivos lugares de nacimiento su nuevo “estatus social”.
Conforme pasó el tiempo, crearon nueva familia, esposas, esposos hijos. La muerte de sus parientes, la desaparición de amigos, y el cambio de “sociedad” de muchos de ellos, mermó su establecimiento en República Dominicana, convirtiéndose en “viajeros vacacionistas”, su economía se gastó, y lamentablemente, tuvieron que volver a sus trabajos en los Estados Unidos, donde se llevaron la sorpresa que la vida también había cambiado en el país más rico del mundo. Los convirtió entonces, en “pobres sobrevivientes” en comparación con el otro grupo que habían invertido en la ciudad de los rascacielos.
El tercer grupo: Los que no les importaba si vivir allá o aquí. Fue el grupo más triste. Pues no invirtieron ni allá, ni acá. Y por tanto, no se prepararon, ni económica, familiar, ni intelectualmente. Y por tanto, ha sido el grupo de más frustración.
Muchos de los que se fueron en esa época, murieron, otros están enfermos, los otros están deshabilitados para trabajar.
Al pasar lista a todos estos acontecimientos, los que han tenido la suerte de volver a su país, han encontrado una patria, que no les puede dar los que ellos soñaron: La salud sigue siendo prohibitiva. La Educación en pañales. El sistema vial un desastre. La seguridad ciudadana nadie la controla. Carencia de aguas potables en muchas regiones. La energía eléctrica igual o peor. Los alimentos cada día más caros. La basura es decoración en calles y avenidas. Y la corrupción es el símbolo de grandeza, que ha cambiado de estatus a muchos, donde la justicia es parte de ella.
Es definitiva: Ni los que se fueron, ni los que se quedaron, han podido disfrutar de su país, por que las reglas son cada día peores.
El autor es médico, escritor y profesor universitario
miércoles, 19 de marzo de 2014
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