lunes, 11 de febrero de 2013

EL POLITICO MEDIOCRE

POR LA REDACION
Tienen siempre los últimos en llegar esa querencia a parecer los más viejos del lugar. Es por ello que en muchas ocasiones vemos a jóvenes políticos enarbolar un discurso caduco y rancio, más propio de otras épocas y por supuesto para nada lógico en gentes de izquierdas. Se trata, en resumidas cuentas y para no aburrirles, de aparentar una seguridad que no se tiene, en la certeza de que sólo la huída hacia adelante podrá salvar la poltrona. Mientras militantes históricos y anónimos abandonan por cansancio, hartos de recibir lecciones de aquellos que nunca las tomaron en tiempo y forma, el político mediocre se reboza en su propia autocomplacencia, mirando lo menos posible los números que arrojan los resultados electorales. Se trata de una nueva casta, salida de escuelas de formación de partido que sólo enseñan oratoria (nadie lo diría) pero muy pocas esencias sobre lo que significa el carné. Yo, que presumo de tener buenos amigos en el PSOE palentino, grandes socialistas no de carné, que eso es muy barato, sino de corazón, jamás he visto ni un atisbo de su garra y compromiso en estos nuevos cachorros y cachorras, que parecen haber nacido con el trasero sentado ya en una butaca de las Cortes Generales. Ante la falta de esencias, la soberbia se abre camino con la facilidad del cuchillo en la mantequilla. Aflora y crece como una tenia en el interior de ese político mediocre, preocupado sobre todo de vigilarse las espaldas. No dudan en lanzar amenazas, hablan de la disciplina, porque no soportan verse retratados en un periódico o en un blog, y porque jamás han entendido la labor de la prensa en libertad. Para el político mediocre todos son enemigos hasta que no se demuestre lo contrario. Sólo el que abre las puertas de la bodega para cantar las alabanzas de los derrotados merece parabienes, y los que piden a gritos el cambio reciben como pago la sombra de castigo. Escondido tras los voluminosos tomos de las normas internas de partido, el político mediocre hace tiempo que no ve el sol. Mientras otros brindan por la luz, este político se siente cómodo en la oscuridad que proporciona la sombra del montón de votos que el Partido Popular le ha sacado de ventaja. No les gusta que hablemos. No soportan que escribamos. No entienden la necesaria tarea que tienen el pueblo, y la prensa, de marcar de cerca a los que voluntariamente, lo repetiré, voluntariamente, se presentan y acaban en un cargo público. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Que hablen los afiliados, aunque cada día sean menos. Pero cuidado con el que levante la voz. Ojo con el que no use los cauces reglamentarios, esos en los que no está permitida la presencia de periodistas, ni de simpatizantes, ni de nadie que no tenga un carné que cada día se solicita menos. Esos, los osados que se atrevan a decir en voz alta para todo el que quiera oírlo que las cosas no van bien y que los responsables tienen nombre y apellidos, esos, serán castigados por el político mediocre. Hay socialistas de carné, socialistas de corazón... y socialistas de boquilla. Estos últimos, son los peores. Lo dijo el propio Che Guevara, que tanto gusta a los jóvenes socialistas. La revolución se lleva en el corazón para morir por ella, y no en la boca para vivir de ella. Una verdad como un puño, que se torna en drama en los tiempos actuales.

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